Aunque cada vez se profundiza más en el conocimiento del cerebro, comprender todos sus procesos sigue siendo un reto para la ciencia. En ese sentido, expertos de la Universidad de Yale acaban de lograr un nuevo avance: determinaron que la corteza parietal, área involucrada en la conciencia y la capacidad de atención, es donde se procesan las experiencias espirituales.
Cuando los investigadores norteamericanos hablan de experiencias espirituales, no se refieren a lo religioso, exclusivamente, sino a aquellas vivencias que pueden tener profundo impacto en la vida de las personas. Estas, ciertamente, pueden ser de naturaleza religiosa, pero también podría ser el sentimiento de conexión con la naturaleza o la intensidad emocional que se experimenta durante los eventos deportivos.
"Comprender las bases neuronales de las experiencias espirituales puede ayudarnos a comprender mejor sus roles en la resiliencia y la recuperación de la salud mental y los trastornos adictivos", explicó uno de los autores del estudio Marc Potenza, profesor de psiquiatría y neurociencia de Yale Child Study Center.
Para desarrollar este proyecto, cuyos resultados se publicaron en el diario Cerebral Cortex, los especialistas trabajaron con 27 jóvenes que gozaban de buena salud. Pidieron a cada uno que recordara detalladamente un episodio de su vida en el que hubiera sentido "una fuerte conexión con un poder superior o una presencia espiritual" y escribieron los relatos.
Siete días después, hicieron escáneres cerebrales con resonancia magnética funcional a los participantes para registrar su actividad neuronal, mientras escuchaban una voz femenina que leía el relato de cada quien. Así encontraron que, aunque las experiencias vividas eran diferentes entre sí, todos presentaron patrones de actividad similares en la corteza parietal a medida que imaginaban los eventos escuchando las grabaciones.
La mayor intensidad se registró en el lóbulo parietal inferior izquierdo, un área involucrada en la toma de conciencia sobre sí mismos y sobre los demás. Y se registró actividad de menor intensidad en el tálamo, región relacionada con el procesamiento sensorial y emocional.
El estudio tuvo limitaciones, como una muestra pequeña y homogénea, por eso los resultados aún no pueden considerarse como representativos. Potenza destacó que es posible que haya más áreas del cerebro involucradas en la formación de experiencias espirituales y sus hallazgos pueden ayudar a futuros investigadores a estudiar la experiencia espiritual y su impacto en la salud mental.
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