Hay información cierta de que la obesidad es un factor de riesgo de cáncer de mama, pero hasta ahora los investigadores no habían averiguado qué vincula ambas cosas. Un nuevo estudio sugiere que el nexo sería un cambio en la estructura del tejido del pecho, que podría provocar que las células del pecho se vuelvan cancerosas.
Los hallazgos, basados en la investigación con tejidos de ratones y seres humanos, enfatizan la necesidad de animar a las mujeres con cáncer de mama y en general, a que tengan un peso saludable. Según informaron los investigadores en la edición del 19 de agosto de la revista Science Translational Medicine, los resultados podrían tener también implicaciones para la detección del cáncer de mama y las cirugías de reconstrucción del pecho.
Los autores de un editorial que acompaña el estudio revelaron que los hallazgos podrían ser clave para resolver el rompecabezas de cómo la obesidad lleva al cáncer de mama o empeora los resultados de las mujeres con dicha enfermedad.
Lisa Arendt, profesora asistente de investigación, y Charlotte Kuperwasser, profesora de la Universidad de Tufts, en Boston, sugieren que esta información podría abrir el camino para tratamientos específicos. Las expertas se lamentan de que no existan en la actualidad soluciones para tratar a mujeres obesas con cáncer de mama. A su vez informan que la obesidad interviene hasta en una quinta parte de las muertes de mujeres por cáncer.
Los procesos que subyacen al vínculo entre la obesidad y al cáncer de mama han dejado sin respuesta a los especialistas. Sin embargo, algunos han propuesto que hay diferencias en las hormonas o en la inflamación relacionadas con la obesidad. Pero hasta ahora el endurecimiento de los tejidos del pecho relacionados con la obesidad no era algo que se tuviera mucho en cuenta.
En el nuevo estudio, la estudiante doctoral Bo Ri Seo, de la Universidad de Cornell y sus colaboradores, examinaron el tejido de la grasa del pecho en seres humanos y en ratones. Y descubrieron que en la obesidad, la red de fibras que mantiene a las células de la grasa en su lugar, es más rígida de lo normal.
Los investigadores, que sentían curiosidad sobre si la genética relacionada con la obesidad podría jugar un papel, compararon los tejidos de los ratones que eran genéticamente obesos con los de ratones que se habían vuelto obesos por comer demasiado. Los investigadores hallaron que independientemente de cómo habían llegado a ser obesos, sus tejidos se habían endurecido.
Los investigadores también descartaron que una molécula habitual relacionada con la inflamación estuviera influyendo. Concluyeron que la estructura endurecida, por sí misma, parecía ser el factor relevante.
Para evaluar con mayor profundidad la idea, los autores del estudio también expusieron células de pecho precancerosas a estas redes fibrosas rígidas de muestras de tejido relacionado con la obesidad. Las células que crecen bajo estas condiciones eran más propensas a volverse totalmente cancerosas que las que habían crecido en las muestras no relacionadas con la obesidad.
Finalmente, los investigadores llegaron a la pregunta obvia: ¿Perder peso reduciría el efecto del endurecimiento? Cuando pusieron a los ratones obsesos a dieta, la red fibrosa adelgazó un poco, y según explicaron los autores del estudio en comunicado de prensa, esto sugiere que perder peso podría revertir el endurecimiento del tejido.
Otra pregunta es cómo lleva la obesidad al endurecimiento de los tejidos. Arendt y Kuperwasser dijeron que una menor presencia de oxígeno en los tejidos más densos podría ser una explicación. Y comentaron que todavía es posible que un proceso de inflamación juegue un papel.
El tejido denso de pecho en una mamografía se asocia con una mayor probabilidad de contraer un cáncer de mama, indicaron Seo y sus colaboradores. Pero el tejido de grasa podría enmascarar este tipo de densidad, añadieron, lo que sugiere que quizá sería necesario realizar imágenes más centradas y de alta resolución para las mujeres obesas a fin de detectar las áreas ocultas de densidad.
Las autoras del estudio también indicaron que hoy es una alternativa el uso de tejido de pecho de donantes para regenerar el pecho tras la extirpación completa del seno. Y sugieren que si el tejido donado por mujeres obesas pudiera tener un riesgo de promover cambios cancerosos en las células del pecho, ese factor quizá debería tenerse en cuenta.
Las tasas de cáncer de mama relacionadas con la obesidad probablemente aumenten a medida que lo hace la obesidad, advirtieron las expertas. En la actualidad, la pérdida de peso es la única recomendación para la obesidad en las mujeres a las que se ha diagnosticado un cáncer de mama.
Las mujeres con diabetes que toman el medicamento metformina tienen menos riesgo de contraer cáncer de mama. Por esta razón, también se están realizando pruebas de este medicamento para la diabetes en ensayos clínicos como tratamiento del cáncer de mama asociado con la obesidad, comentaron los autores del editorial.
Hay pocas investigaciones que hayan abordado el modo en que la pérdida de peso podría afectar al riesgo de contraer cáncer de mama. Al respecto, Arendt y Kuperwasser comentan que un estudio reciente no encontró ningún efecto de la pérdida de peso a corto plazo sobre el riesgo de las mujeres postmenopáusicas.