La música es un arte que nos acompaña en todo momento, muchas veces incluso sin buscarlo. Por ello, en los últimos años muchas investigaciones decidieron estudiar sus efectos sobre la salud, encontrando que puede ser buena para aliviar dolores, estimular procesos cognitivos o mejorar la coordinación y práctica de deportes. Ahora, un nuevo trabajo comparó por primera vez su efecto con el de las benzodiazepinas, medicamentos que se utilizan como sedantes para la ansiedad preoperatoria.
Este tipo de ansiedad es una respuesta común que aparece antes de someterse a cualquier tipo de cirugía o tratamiento médico. Muchos expertos coinciden que este reflejo puede causar efectos negativos que dificulten los procesos de recuperación, como un aumento en la presión arterial o frecuencia cardíaca, o una mala cicatrización de heridas.
Por este motivo, se suele administrar a los pacientes sedantes para reducir la ansiedad antes de recibir anestesia. La más común es la benzodiacepina, un fármaco que disminuye la excitación neuronal, gracias a sus propiedades ansiolíticas, hipnóticas, antiepilépticas y relajantes. También suelen utilizarse para tratar insomnio, fobias, trastorno obsesivo compulsivo o esquizofrenias.
Sin embargo, la evidencia señala que este compuesto puede generar ciertos efectos secundarios, a saber, somnolencia, dificultades para concentrarse, problemas de memoria y dependencia. Por ello, los científicos se encuentran investigando alternativas menos dañinas.
Este es el caso del nuevo estudio publicado en Regional Anesthesia & Pain Medicine, que encontró que esa alternativa, podría ser la música. Si bien ya existían trabajos que había analizado el rol de la música sobre la ansiedad preoperatoria, es la primera vez que se la compara con el consumo de benzodiazepinas.
El poder de la música
Trabajos anteriores hallaron que música relajante, es decir, aquella que no incluye letras, sin cambios significativos en el tiempo o ritmo, es la más efectiva para reducir la ansiedad. Para su nuevo trabajo, los especialistas eligieron una canción que la banda británica Marconi Union creó junto a terapeutas de sonido.
Los investigadores dividieron aleatoriamente a 157 participantes adultos en dos grupos. Uno recibió inyecciones de una benzodiazepina, llamada midazolam, y el otro escuchó la canción. Ambos hicieron esto 3 minutos antes de recibir anestesia, tiempo que los sedantes tardan en surtir efecto.
Para conocer con precisión los niveles de ansiedad, los especialistas utilizaron una escala de ansiedad aprobada antes y después de la exposición a la música o las benzodiazepinas. Esta incluía seis afirmaciones simples que los participantes debían puntuar de 1 a 4. También se pidió que los voluntarios califiquen su nivel de satisfacción en una escala de 10 puntos.
Los resultados revelaron que los cambios en los niveles de ansiedad preoperatorios causados por ambos métodos de calma fueron similares. Incluso se observaron niveles de satisfacción parecidos, en el grupo que escuchó música eran más bajo, aunque los expertos creen que esto podía deberse a que los voluntarios no pudieron elegir que canción escuchar.
Sin embargo, los autores señalaron que existieron limitaciones, como que la escala para registrar la satisfacción no era muy específica. Además, el uso de auriculares para escuchar la canción limitaba la comunicación entre los participantes del estudio y los anestesistas, situación que puede afectar la seguridad del paciente.
Por ello, los expertos pretenden continuar investigando estos mecanismos y "evaluar si el tipo de música, así como la forma en que se entrega, ofrece ventajas sobre el midazolam". Mientras tanto, consideran que sus hallazgos pueden ser útiles para demostrar que la música es un tratamiento viable para la ansiedad preoperatoria.
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