La crisis de sobredosis de opiáceos está haciendo estragos en EE.UU., donde 91 personas mueren todos los días por este problema. La mayoría de las muertes por sobredosis de drogas -más de 6 de cada10- implican un opioide u opiáceo.
En 2015, la epidemia acabó con la vida de más de 33,000 personas, según datos oficiales.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? Los médicos recetan medicamentos opiáceos para tratar el dolor crónico o para ayudar a los pacientes a transitar un post operatorio sin dolor. Pero hay expertos que aseguran que se recetan en exceso y que los controles no están dando resultado. Por otro lado, las personas no dejan de tomarlos cuando ya cedió el dolor, o toman fármacos de otras personas, muchas veces los consiguen por vía ilegal y los consumen sin control, ya sea tomando las píldoras, inyectándose o moliendo los comprimidos para aspirarlos.
Dentro de este flagelo, hay grupos especialmente vulnerables: las mujeres y los bebés recién nacidos.
En abril de 2017, un informe de la Agencia de Investigación y Calidad de la Atención de Salud (AHRQ) de EE. UU. advirtió que las hospitalizaciones relacionadas con los opiáceos entre las mujeres en el país entre 2005 y 2014, aumentaron un 75%, frente a un 55% entre los hombres.
Eso llevó a que hoy, una oleada de bebés estén naciendo con una afección conocida como síndrome de abstinencia neonatal (SAN), o para decirlo de un modo simple, adictos a los opiáceos.
De 2003 a 2012, el último año del que se disponen de estadísticas, el número de bebés nacidos dependientes de drogas creció casi cinco veces en Estados Unidos. Los opiáceos son el principal culpable, y estados como Kentucky están especialmente afectados: 15 de cada 1,000 niños nacidos allí dependen de los opiáceos, revela un artículo aparecido en New York Times.
Cómo es el tratamiento para bebés adictos
"Los bebés que nacen siendo adictos a los opiáceos lloran con un tono muy alto, tienen dificultades para comer, sufren de nerviosismo y temblores, estornudan y bostezan más frecuentemente, y experimentan vómitos y diarrea", según la Dra. Mary-Margaret Fill, funcionaria de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en el Departamento de Salud de Tennessee.
Cuando los recién nacidos tienen síntomas agudos de abstinencia son separados de sus madres y llevados en ambulancia a otros hospitales, generan un gran gasto y llenan las camas destinadas a los recién nacidos que tienen problemas aún más graves, como defectos cardíacos, por ejemplo.
Esto obliga a pensar en una logística sanitaria nueva para enfrentar un problema nuevo de salud. Por eso, los centros médicos urbanos de todo el país están luchando para expandir las unidades de cuidados intensivos neonatales o para construir instalaciones separadas donde ubicar una marea de bebés adictos a los opiáceos que llegan de las comunidades rurales.
Separarlos de sus madres, una parte de la terapia, no ayuda en el tratamiento. Puede retardar la recuperación y socava una relación maternal ya frágil. Cuando las madres están cerca, los bebés requieren menos medicación y menos días costosos en cuidados intensivos, según el New York Times.
En general, el tratamiento para los niños dependientes de opiáceos es caro y puede durar meses. Pero el problema no termina allí: los bebés que nacieron con SAN tendrán que enfrentar problemas de aprendizaje en la edad escolar, y tal vez necesitar más asistencia, vigilancia y tratamientos a lo largo de su vida que otros niños, según un informe de 2017 de los CDC.
La Dra. Fill, quien presentó el informe mencionado, explicó cómo sigue la historia para estos bebés: "Deberían inscribirse para ser evaluados por los servicios de intervención temprana hasta los 3 años de edad, para determinar si muestran cualquier señal de retraso temprano del desarrollo. Deberían someterse a un monitoreo cercano y continuo para asegurarse de que no necesiten terapias o servicios adicionales", sugirió.