El sistema endocrino está compuesto principalmente por glándulas que producen mensajeros químicos llamados hormonas. Éstos son producidos en una parte del cuerpo y luego se desplazan a otros lugares por medio del torrente sanguíneo. Las glándulas del sistema endocrino son: la pituitaria, la tiroides, las paratiroidales, el timo y las glándulas adrenales.
Hay otras glándulas que también forman parte del sistema endocrino, ya que contienen tejido endocrino que segrega hormonas. Entre éstas se encuentran el páncreas, los ovarios y los testículos.
El sistema endocrino y el sistema nervioso trabajan muy estrechamente. El cerebro continuamente envía instrucciones al sistema endocrino y, en respuesta, recibe retroalimentación de las glándulas endocrinas. Este proceso nunca se detiene. Debido a esta íntima relación, el sistema endocrino y el nervioso son llamados sistema neuroendocrino.
Ahora veamos el hipotálamo. A éste se le conoce como el conmutador central porque es la parte del cerebro que controla el sistema endocrino. Esta estructura del tamaño de una arveja que cuelga de un pequeño tallo del hipotálamo es la glándula pituitaria. A ésta se le llama glándula maestra del cuerpo porque regula las actividades de las glándulas endocrinas.
El hipotálamo envía mensajes eléctricos u hormonales a la glándula pituitaria. En respuesta, la pituitaria libera hormonas que se desplazan a través del torrente sanguíneo hacia las glándulas endocrinas. Aquí vemos cómo el sistema endocrino se mantiene bajo control: con el tiempo, el hipotálamo detecta el aumento en los niveles hormonales del órgano objetivo y envía un mensaje a la glándula pituitaria. Ésta libera una hormona en el torrente sanguíneo que hace que el órgano objetivo deje de producir sus hormonas.
El sistema endocrino ajusta constantemente los niveles de hormonas para que el cuerpo pueda funcionar normalmente. Este proceso se conoce como homeóstasis.