Hay una serie de accesorios, muebles, lugares o joyas sobre los que pesan historias de terribles maleficios. Además de ser interesante conocer cuáles son y dónde se origina la leyenda del mal que se les atribuye, conoce la opinión profesional acerca de por qué las personas tienen estas creencias milenarias que han pasado de una generación a otra.
La tumba de Tutankamón
En 1922, el explorador Howard Carter llevó a cabo una expedición financiada por George Herbert, conde de Carnarvon, cuando descubrió la tumba del antiguo rey egipcio Tutankamón (foto) llena de riquezas. A poco de abrir el sepulcro, comenzaron a suceder una serie de desgracias. El lugar de descanso final del monarca lo predecía: "La muerte vendrá en alas por aquél que entre en la tumba del faraón".
Maldecida por siempre
Cuatro meses después del descubrimiento, Herbert murió de una neumonía al sufrir complicaciones porque lo picó un mosquito infectado. Se dice que en el momento exacto de su muerte se apagaron las luces en El Cairo y en Inglaterra, su perro cayó muerto. Otras personas involucradas en la expedición también fallecieron, aunque Carter se salvó de la maldición.
Supersticiones latinas
En la tradición americana existen tantas ideas de objetos o acciones que traen mala suerte, como contrapartidas para anular su efecto. Por ejemplo, el espejo roto constituye un maleficio en varias culturas, pero se cree que si se rompe, se deben recoger los trozos y dejarlos en un cubo con agua durante 7 días y 7 noches. Si se derrama sal, el remedio es tomar un poco y tirarla hacia atrás por sobre el hombro izquierdo.
Vencer a la mala suerte
Se cree que regalar cuchillos o tijeras es de mal agüero, pues se cortará la amistad. Las tijeras además, tienen otros poderes ocultos: dicen que si apuntan a una persona, indican que nunca va a casarse. También es tradicional protegerse de algo que uno no quiere que suceda: al expresar “yo nunca me enfermo” se deben cruzar los dedos o tocar algo de madera. Y para varios males, por las dudas, muchos llevan la pulsera roja...
La silla de Thomas Busby
Es el lugar donde Busby extranguló a su padre, y que fuera maldecida por él mismo antes de ser ejecutado, en Reino Unido en 1702. Supuestamente 63 personas que se sentaron en la silla tuvieron muertes prematuras, apenas unas horas después de sentarse allí. En 1972, el Museo Thirsk tuvo que suspenderla del techo para evitar que la gente se siente allí con la idea de suicidarse.
Alimentar las creencias
Cargar a los objetos de buena o mala suerte es una inclinación humana “La superstición descansa en el pensamiento mágico y bajo la ley de la semejanza: bastaría con imitar algo que se hizo para que se repita un resultado (alguien murió en esa silla, por lo tanto, más pueden morir allí) y también llevan implícita la ley de contagio", opina el Dr. Norberto Abdala, Psicólogo de la Universidad de Buenos Aires, en Argentina.
La isla de las muñecas
México atesora muchos misterios relacionados con objetos poseídos. Uno de ellos es “la isla de las muñecas”, al sur de la Ciudad de México. Es una pequeña isla con muñecas antiguas, mutiladas colgando de los árboles. La historia dice que Don Julián Santana, un aventurero, vivió como un ermitaño allí y fue perseguido por el espíritu de una niña que se ahogó en ese río.
Un raro santuario
Santana sacaba las muñecas que encontraba en el canal y las colgaba como un santuario para que el espíritu de la niña dejara de perseguirlo. Años después, el sobrino de Don Julián lo encontró sin vida en el mismo sitio donde la niña había muerto. La isla es ahora una atracción turística, y los visitantes dicen escuchar a las muñecas susurrando, además de asegurar que sus ojos se abren y se cierran.
El auto de James Dean
El actor amaba a su Porsche Spyder 1955, a quien él llamaba "Little Bastard" y en todo Hollywood se decía que estaba maldecido. Lo prestó a un amigo, éste lo chocó y pagó el accidente con su vida. Dos mecánicos intentaron repararlo, pero uno murió aplastado y el otro perdió las 2 piernas al desplomarse el auto encima. Se dice que aún desarmado y vendido por partes, la maldición continuaba y el carro seguía causando muertes.
¿Nos gusta el miedo?
No hay muchos estudios psicológicos acerca de por qué las personas cargan a las cosas materiales de maldiciones, esas cuestiones pertenecen al terreno del esoterismo, del oscurantismo, son como una especie de pacto que se ha de respetar. Una de las explicaciones podría ser que a la gente le gusta sentir miedo, de ahí que atraigan tanto las películas de terror…
Una emoción activadora
Pero éste podría ser un concepto erróneo. Según Glenn Sparks, de la Escuela de Comunicación Brian Lamb de la Universidad de Purdue, en Francia, “el miedo es una emoción negativa que se produce cuando las personas están bajo asedio o amenaza, y no es agradable. Pero sí es posiblemente la emoción más “activadora” a nivel cerebral y también una gran “fijadora de recuerdos”.
Los niños llorones y su mal
Están o estuvieron en muchas casas estos niños llorones que entristecen cualquier lugar, y tienen una historia sorprendente. El artista Bruno Amadio pintó un cuadro con este rostro e inexplicablemente se hizo muy popular en la década del 50. En 1985, el periódico británico The Sun publicó un artículo donde un bombero afirmó haber encontrado estas imágenes en varias casas incendiadas, aunque los cuadros siempre estaban intactos.
¿Quién era el niño del modelo?
Se comenzó a difundir la historia de que el primer modelo era un niño huérfano al que se le había quemado la casa. En Gran Bretaña los bomberos estaban ya tan asustados que ninguno de ellos permitía una copia en sus hogares. Después del artículo (foto) aparecieron más personas con terribles historias de incendio en hogares con esta imagen, que a pesar de fuego, nunca se dañaba.
Mandy, la muñeca maldita
Sobre este tipo de juguetes cargados de maldiciones, abundan las historias. Cuando la propietaria de la muñeca Mandy la tenía en su casa, oía el sonido de un bebé llorando que la atormentaba. Decidió donarla al museo de Quesnel, en la Columbia Británica. Y allí, los llantos de bebé y pisadas sin presencia comenzaron a escucharse en las noches, donde los cuidadores juran que los objetos cerca de ella, se mueven solos.
Otro muñeco maldito, Robert
Es una leyenda popular en EE.UU. El muñeco perteneció a un niño llamado Robert “Eugene” Otto, de Florida, en 1906. Fue el regalo de una criada africana que trabajaba para su familia, (que se cree practicaba magia negra) y como no apreciaba a sus empleadores, puso una maldición en el muñeco. El niño culpaba al muñeco de tirar los muebles al suelo, y los vecinos afirmaban que el juguete tenía vida propia y reía en las noches.
La Caja Dibuk
En la tradición judía, un Dibuk es un espíritu maligno. Se dice que un sobreviviente del Holocausto convocó a un demonio y lo atrapó dentro de un mueble. Kevin Mannis lo compró en 2001 y comenzó a tener pesadillas terribles, por eso lo vendió. El último propietario, Jason Haxton, desarrolló una extraña enfermedad y comenzó a toser sangre, hasta que contactó a un rabino, encerró al espíritu en el mueble y lo escondió del mundo.