El terrible impacto en la salud de la violencia de género
Por Hercilia Garnica
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La violencia de género se define como aquella que perpetra un hombre sobre una mujer. No se circunscribe solo a la pareja y no es solo física, sino que se puede mostrar a través de múltiples maniobras y estrategias, como formas de coacción, control y chantaje emocional, desvalorización o marginación. El 19% de mujeres entre 15 y 49 años han experimentado agresión física o sexual, según datos de las Naciones Unidas (ONU).
Consecuencias físicas y mentales
Las consecuencias físicas y mentales en la víctima son especialmente graves, sobre todo por dos motivos. Por un lado, por los privilegios e impunidades con los que cuenta el agresor por el solo hecho de ser hombre y, por otro, por las dificultades de la víctima para identificar el maltrato y encontrar apoyos que le hagan sentirse más o menos segura para salir de él.
Factor de riesgo
Ser víctima de violencia física, psicológica y/o sexual es un factor de riesgo que puede incrementar hasta un 60% las enfermedades de carácter físico. Algunas de las consecuencias incluyen lesiones físicas (hematomas, quemaduras, arañazos, torceduras, fracturas...); trastornos crónicos (dolores de cabeza y musculares, problemas de estómago...); dificultad para respirar, discapacidad permanente u obesidad severa.
Cómo afrontar la vida
Rebeca Hidalgo. especialista del centro de salud mental Infanto-Juvenil de Pamplona, capital de la Comunidad Foral de Navarra (norte de España), sostiene que el maltrato supone un cambio en las estrategias de afrontamiento de la vida por parte de la víctima, de su propio autoconcepto de persona, y de su relación con el mundo.
Daño psicológico
En el daño psíquico que se produce en las víctimas de violencia de género existe lo que se conoce como el ‘fenómeno de iceberg’, donde la violencia visible es lo más evidente y lo menor, lo que lleva a las denuncias, pero por otro lado se encontraría la violencia invisible. El daño psicológico suele ser poco tangible y más difícil de denotar por parte de la víctima, y también difícil de detectar por parte del especialista.
Algunas de las consecuencias psicológicas más comunes de la violencia de género son síndrome de estrés postraumático, depresión, angustia, baja autoestima, aislamiento social, sentimiento de culpa, fobias o estados de pánico, pérdida del apetito sexual o incluso rechazo hacia las relaciones sexuales, enumeran los expertos.
Impacto en la salud reproductiva
La violencia de género puede conllevar importantes consecuencias para la salud reproductiva de la víctima, en muchos casos causadas y agravadas por el temor hacia su pareja. Algunos ejemplos son el miedo a plantear el uso de anticonceptivos (para evitar embarazos no deseados). También infecciones de transmisión sexual, sangrados vaginales, hipertensión, rotura prematura de membrana, bajo peso del recién nacido, aborto espontáneo o muerte neonatal
Médicos de familia
Muchas veces los médicos de cabecera son la primera y única persona fuera del entorno familiar a la que la mujer maltratada pide ayuda en medio de una situación de violencia intrafamiliar. En efecto, el médico de familia puede identificar y prevenir los casos de violencia. Los especialistas desempeñan un papel esencial en la identificación de mujeres que sufren algún tipo de violencia y ayudarlas con asesoramiento oportuno.
Entrevista clínica
Ante una sospecha de violencia, el médico debe iniciar una estrategia de intervención en la que la entrevista clínica es esencial, recomienda Asensio López-Santiago, de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria ¿Está usted preocupada?, ¿tiene problemas con su esposo o sus hijos?, ¿se siente maltratada?, ¿ha sentido miedo?, ¿le ha amenazado alguna vez?, son algunas de las preguntas que se pueden hacer "para ganar su confianza.
Pedir ayuda
Empatía y confianza en el médico resultan imprescindibles para poder asumir la responsabilidad del acompañamiento, teniendo en cuenta que, como señala la Asociación Médica Americana (AMA) en su Guía para el diagnóstico y tratamiento de la violencia doméstica, el médico de atención primaria puede ser la única persona fuera de la familia a la que una mujer pida ayuda.
Atención al agresor
Muchas veces la víctima y el agresor comparten médico. Y esta circunstancia es una oportunidad para el especialista. "Atraer al agresor con cualquier excusa es una oportunidad para que el médico de atención primaria explore la situación de violencia y para que, de alguna manera, intervenga", señala Asensio López-Santiago, vicepresidente de la Sociedad Española de Familia y Comunitaria (Semfyc).
Tratamiento familiar
El tratamiento global de la violencia doméstica debe incluir, además de la atención a la víctima, a los hijos y a la pareja o esposo maltratador. De hecho, se sabe que el 30% de las mujeres maltratadas continúa viviendo con su agresor. Tratar sólo a la víctima no sería suficiente, por eso es importante incluir a todo el grupo familiar.