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¿Cuidas alguien con Alzheimer? Es hora de cuidarte a ti
Por Lic. Verónica Wolman
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Cuidar al cuidador
El rol del cuidador de la persona con Alzheimer es fundamental en la calidad de vida que pueda llegar a tener el enfermo, pero a la vez puede ser un papel muy doloroso y hasta peligroso para la salud del cuidador. Se calcula que unas 15 millones de personas cuidan a un enfermo de Alzheimer.
Escuchar la noticia de que uno de nuestros seres queridos tiene esta enfermedad suele ser abrumador e impactante. El Alzheimer conlleva la idea de ser una enfermedad “incurable” y progresiva, que arrasa con la autonomía y capacidades mentales del paciente. Ante el diagnóstico lo primero a hacer es preguntarle al médico todo lo que puedas sobre la enfermedad, síntomas y tratamientos disponibles. La Asociación de Alzheimer y otras organizaciones cuentan con grupos de apoyo para las personas que tienen familiares con esta enfermedad.
No todas las personas que han sido diagnosticadas con Alzheimer requieren el mismo cuidado. Algunos pueden tener cierta independencia por un período de tiempo, mientras que otros pueden necesitar ayuda para realizar las actividades más simples de la vida cotidiana, como vestirse o comer. No importa la situación, de alguna forma el convivir con un paciente enfermo sin duda afectará tu vida física y emocionalmente.
Como cuidador, tus funciones pueden resumirse en cuatro:1) Ayudar a mantener la calidad de vida de tu ser querido con Alzheimer, sea tu esposo, familiar o amigo.2) Obtener toda la información posible sobre los síntomas, tratamientos y descubrimientos en el avance de la enfermedad; 3) Mantener un registro de visitas médicas, esquema de medicación y ejercicio y 4) Ofrecer el cariño y soporte necesario para enfrentar los desafíos de esta enfermedad.
El Alzheimer es una enfermedad variable. No sólo varía de paciente a paciente, sino también es una enfermedad que varía día a día, con lo cual el paciente puede estar más o menos dependiente, según el momento. Esto desconcierta e inquieta a los cuidadores, que a veces hasta pueden enojarse por sentir que el paciente es innecesariamente demandante o hasta manipulador.
La depresión forma parte de la enfermedad de Alzheimer, con lo cual son dos enfermedades que pueden convivir y se alimentan mutuamente. Los síntomas del Alzheimer y su inevitable avance pueden deprimir al paciente o aumentar los síntomas del paciente deprimido. Es muy importante reconocer los síntomas de la depresión y buscar ayuda y tratamiento farmacológico para ella, siempre que el médico así lo recomiende.
Muchas investigaciones han demostrado que las personas que cuidan esta clase de enfermos, tienen grandes riesgos de desarrollar una depresión y presentar un cuadro de estrés importante, sino reciben ellos mismos el cuidado y apoyo adecuado, según informa el Instituto Nacional de la Vejez (National Institute of Aging).
El estrés es una reacción natural del organismo ante situaciones de tensión. Esta reacción trae síntomas tantos físicos como emocionales de tres tipos, según un informe de la Universidad de York: síntomas de pelea y aceleración (taquicardia, ansiedad, insomnio, hiperactivdad), síntomas de “vuelo” (distracción, abandono de cosas, postergación) y síntomas de paralización (bloqueo, depresión, falta de motivación e iniciativa).
El estrés: un mal de muchos
Acorde con estadísticas del Centro de Control de Enfermedades, cerca de un 90% de las consultas medicas de Estados Unidos se deben a problemas relacionados con el estrés. Para el familiar del enfermo de Alzheimer, el estrés suele presentarse ante la desolación y demanda intensa que este tipo de pacientes requiere. El cuidador puede ver afectado su sistema inmunológico por el estrés y desarrollar alguna otra enfermedad.
Síntomas de que tienes el estrés del cuidador
Si convivir con un paciente con Alzheimer ha afectado tu salud es probable que sientas algunos o varios de estos síntomas de estrés. Puedes tener síntomas físicos como dolores del cuerpo, contracturas cervicales, fatiga crónica, problemas para dormir, pérdida o ganancia de peso, dolores de cabeza, entre otros. En cuanto a los síntomas emocionales puedes sentir, enojo, cambios de estado de ánimo, tristeza y dificultades para concentrarse.
Incorpora el ejercicio a tu rutina. Mantén una actitud positiva. Busca momentos de esparcimiento. Habla de tus sentimientos con los demás. No abuses de la cafeína. Practica técnicas de respiración, relajación y visualizaciones agradables. Come sano, la comida también afecta tu estado de ánimo y descanso. Duerme y descansa lo suficiente. No caigas en el alcohol o las drogas, con eso agregarás problemas a tus problemas.
El saber más de la enfermedad también tranquiliza
Tómate un tiempo para ti. El tiempo de relax y ocio es fundamental. Debes agendarte momentos del día y coordinar con otra persona el cuidado del paciente para poder recuperarte física y emocionalmente y realizar actividades que te den placer o simplemente, descansar tranquilamente. Lee, aprende, investiga. Cuanto más sepas de esta enfermedad, más realista y eficiente será tu participación. Entenderás lo que sucede, podrás prever situaciones y evitar más frustraciones.
Por el paciente
Ayuda a la persona enferma a realizar por sí misma la mayor cantidad de actividades posibles, tanto dentro como fuera de la casa, como por ejemplo vestirse o salir a caminar y dale al paciente todo el tiempo que necesite para terminar su tarea. Si bien hay temas que son muy difíciles de hablar, es importante que conozcas la voluntad de la persona enferma respecto a sus bienes materiales e instrucciones de emergencia en caso de, por ejemplo, necesitar técnicas de resucitación. Discute la posibilidad de realizar un testamento en vida que represente sus deseos.
Tus objetivos deben ser realistas, por más dolorosos que sean. No te pongas metas inalcanzables que sólo van a aumentar tu frustración y tristeza. No pongas tu vida entre paréntesis. Debes continuar hacienda tu vida, visitando amigos, realizando tus actividades de esparcimiento. Esto te ayudará a mantener la alegría, sentirte más energético y menos resentido. Habla con alguien sobre lo que te pasa, en forma honesta y sincera. Descárgate, es importante que no te sientas solo. Utiliza los grupos de autoayuda y todos los recursos que tienes a tu alcance.
Analiza otras opciones disponibles
Puedes considerar la alternativa de recurrir a centros de atención y cuidado de adultos que pueden permitirte tomar un descanso a la vez que mantienen cuidado al paciente. Como la enfermedad es progresiva y muchas veces larga puedes evaluar opciones a futuro y poner en orden todas las alternativas financieras y descubrir que cobertura tiene el paciente con su plan de salud y seguro Medicare.