Consumir distintos aceites aporta al organismo una variedad de vitaminas, antioxidantes y grasas benéficas, mejores para el corazón que aquellas sólidas, como la manteca o mantequilla. Además, la evidencia científica señala que el aceite común es un poderoso agente microbiano. Aquí te presentamos diferentes opciones para cuidar tu cuerpo y darle un sabor diferente a tus platillos.
Aceite de oliva
Su potencial es tan elocuente que en 2004 la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) reconoció sus efectos cardiosaludables y permitió en su etiquetado, poner un mensaje con sus beneficios. Este aderezo se destaca por su contenido rico en Omega 3 y por ser el principal ingrediente de la dieta favorita de los profesionales de salud: la mediterránea.
También conocido como raps, el aceite de canola se obtiene de la especie de planta Brassica napus. Es rico en ácido alfalinolénico, un tipo de Omega 3. Los especialistas vinculan su consumo a una reducción de los niveles de azúcar en sangre, al fortalecimiento de la salud cardiovascular, al alivio del dolor provocado por la artritis y a propiedades laxantes.
Aceite de nuez
El aceite de nuez tiene diez veces más Omega 3 que el aceite de oliva, pero no es tan conocido. Se caracteriza por un gran contenido de agua, proteínas de alta calidad, fibra, vitaminas, fitoesteroles, aminoácidos esenciales y minerales. Según los expertos, las nueces tienen el poder de combatir a las células cancerosas, los niveles de colesterol e hipertensión y el riesgo de diabetes.
Aceite de semillas de uva
El aceite de semillas de uva es una gran fuente de vitamina E, y está recomendado por la Asociación Estadounidense del Corazón. Según distintas investigaciones, es eficaz para reparar los vasos sanguíneos dañados o debilitados, para la retinopatía diabética, el edema en brazos y piernas, y el colesterol alto.
Aceite de Onagra
El aceite de Onagra contiene EPO, un ácido graso esencial, además de Omega 6 y ácido gamalinolénico (GLA), compuestos asociados a una mayor protección del corazón. Se lo suele utilizar para prevenir la arteroesclerosis (endurecimiento arterial), cáncer y para tratar las hemorroides. También se cree que es útil para cuidar la salud intestinal y aliviar los eczemas.
Aceite de aguacate
El aceite de aguacate contiene hasta un 60% más de potasio que los plátanos. Según la evidencia científica, gracias a su rico contenido en vitaminas y grasas monoinstauradas, estimula la producción de colesterol bueno, alivia la inflamación, se usa para tratar la osteoartritis, y se aplica tópicamente para tratar heridas e infecciones.
Aceite de cártamo
Una dosis diaria de 1 ⅔ cucharadita de aciete de cártamo puede mejorar los niveles de colesterol, grasa abdominal, detener la glucosa en sangre, la sensibilidad a la insulina y la inflamación. Las altas concentraciones de grasas saludables y la vitamina E que posee, son los responsables de estos beneficios.
Aceite de cacahuate
El aceite de cacahuate es otro gran aliado de la salud, recomendado por la Asociación Estadounidense del Corazón. Contiene antioxidantes, ácidos grasos benéficos y flavonoides, favorables en la prevención del cáncer de mama y enfermedades cardíacas. Además, posee proteínas, vitaminas del complejo B, minerales y fibra.
El aceite de coco se obtiene tras prensar la pulpa de los cocos, obteniendo una concentración de casi 90% de ácidos saturados. Puede ayudar a mantener saludable el cerebro, tratar infecciones, controlar el peso y favorecer la salud del hígado, gracias a su actividad desintoxicante.
Aceite de chía
El aceite de chía tiene un contenido muy rico en Omega 3, 6 y 9, los ácidos grasos más saludables para el corazón. Por ello, los estudios indican que puede nivelar el colesterol en sangre, disminuyendo el colesterol "malo" y los triglicéridos, a la vez que aumenta su variante "buena". También puede tener actividad anticancerígena, aunque para este beneficio aun se necesita más evidencia.
Recuerda
Hasta contar con evidencia científica significativa proveniente de
ensayos en humanos, las personas interesadas en utilizar terapias a base
de hierbas y suplementos deben tener mucho cuidado. No abandones ni
modifiques tus medicamentos o tratamientos, antes habla con el doctor
sobre los potenciales efectos de las terapias alternativas o
complementarias.
Fuentes consultadas:
Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA),
Asociación Estadounidense del Corazón, Biblioteca Nacional de Medicina
de EE. UU., Departamento e Agricultura de EE. UU., Instituto Nacional de
Medicina Complementaria y Alternativa.