¿Cuando las cosas no salen como quieres aprietas la mandíbula y te provoca gritar? ¿Si un auto va muy lento, sientes deseos de insultar al conductor? ¿No soportas el llanto de tu hijo? Si tu respuesta es sí a todas las preguntas, tenemos algo que decirte: la paciencia se puede cultivar (y vale la pena que lo hagas).
Ser paciente se relaciona con una serie de beneficios para la salud, como la disminución de la depresión y emociones negativas, y el aumento de empatía y generosidad. Un estudio publicado en Journal of Positive Psychology descubrió que, más que una virtud, este es un rasgo que se puede modificar, por eso te traemos algunas recomendaciones de expertos para lograrlo.
La amígdala cerebral es la culpable de tu impaciencia. Este tejido nervioso que se encuentra en el cerebro capta las amenazas y regula nuestras emociones, pero no sabe diferenciar las amenazas peligrosas de las que no lo son y muchos reaccionan a ciertas situaciones como si fueran mucho más extremas de lo que son en realidad.
“Es por eso que le lanzas un bocinazo al conductor de enfrente o te enfadas en la fila o lo que sea que hagas como conducta impaciente”, explica M. J. Ryan, autora de The Power of Patience: How This Old-Fashioned Virtue Can Improve Your Life. Su recomendación es que averigües cuáles son las situaciones que te hacen perder la paciencia y estarás un paso más cerca de tomar el control.
¿Qué pensamientos activan las señales de alarma en tu cerebro? Una vez que lo descubres (“qué molestia tener que esperar”), puedes atender tu inquietud interna, interrumpir el ciclo de respuesta al estrés y salir de él.
La idea es tomar distancia de la situación y tratar de verla tan objetivamente como sea posible, explica Ryan. Es un contratiempo esperar en una larga fila, por ejemplo, pero debes ser realista y práctico, y tener claro que pronto pasará y que lo más probable es que después olvides que alguna vez sucedió.
Sarah A. Schnitker, profesora de psicología y neurociencia en la Universidad Baylor que ha investigado sobre la paciencia, sugiere utilizar una técnica llamada revaloración cognitiva. Esta se basa en pensar sobre una situación de manera diferente: alguien exasperado por un colega que lo critica, en lugar de enfocarse en el disgusto, piensa en las veces en las que ha sido él quien ha frustrado a otros.
Otra estrategia que recomienda es enfocarte en por qué y cómo la paciencia es un aspecto fundamental en tus valores. Reflexionar sobre cómo este rasgo se relaciona con tu sentido más amplio de integridad y estabilidad, dice Schnitker, hará que sea mucho más fácil practicar la paciencia en el día a día y fortalecer esas habilidades.
4. Entrénate e inténtalo
La voluntad por sí sola no te convertirá en alguien más paciente. Si crees lo contrario, fracasarás en tu intento de cambiar. La gente que desea cultivar la paciencia en serio no debe esperar obtener resultados de inmediato: “Debes entrenarte para ser paciente, no solo intentarlo”, explicó la profesora de Baylor.
Practica la paciencia en situaciones menos intensas, cuando el riesgo no es tan alto. Reevalúa la situación la próxima vez que te sientas irritable, practica la meditación de conciencia plena o repite tu propio mantra personal. Es como cualquier otra habilidad: si la practicas a diario, puede crecer y desarrollarse igual que un músculo.
Ahora que sabes qué te molesta y trabajas para romper el círculo, puedes tomar medidas para reducir el estrés (un juego en tu smartphone para usarlo cuando tengas que esperar, salir más temprano para llegar a tiempo). Ryan también recomienda bajar el consumo de cafeína y practicar la meditación o el yoga.
6. Sé realista
Debes ser razonable al momento de ponerte objetivos porque hay un límite para la cantidad de cosas que puedes hacer. Si tu lista tiene diez pendientes, pero solo puedes cumplir con cinco, entonces te estás saboteando a ti mismo. Cualquier inconveniente tiene el potencial de desequilibrarte cuando tu día está planificado minuto a minuto.