A comienzos de los años 80, oficiales de salud de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) viajaron a San Francisco para intentar develar un misterio sanitario: una extraña enfermedad infecciosa que estaba haciendo estragos entre la comunidad gay de esa ciudad.
Esta investigación —documentada de manera fantástica en la película "And the Band Play On" (1993), protagonizada por Richard Gere y Matthew Modine— inició una carrera científica por descubrir la causa de esa enfermedad. Y fue el 23 de abril de 1984, hace tres décadas esta semana, cuando la entonces secretaria de Salud y Servicios Humanos, Margaret Heckler, anunció que el equipo del doctor Robert Gallo había descubierto la causa del Sida: el VIH o Virus de Inmunodeficiencia Humana.
Puntos clave
- En el mundo, 35.3 millones de personas viven con VIH.
- En Estados Unidos hay unas 50,000 nuevas infecciones cada año.
- La vacuna que se está investigando no es preventiva sino que se utilizaría para tratar la infección.
Este hallazgo, que el doctor Gallo luego compartió con el francés Luc Montagnier, fue el punto de partida de cientos de investigaciones que hasta hoy tratan de hallar una vacuna ya sea para prevenir el contagio del VIH o para tratar a la persona ya infectada.
Se ha avanzado mucho en los tratamientos, tanto que la infección por VIH pasó de ser un mal mortal a una condición crónica gracias a eficaces combinaciones de drogas antirretrovirales conocidas como cócteles. Sin embargo, se ha venido fracasando sistemáticamente en el desarrollo de una vacuna. ¿Por qué? Pues porque el virus del Sida es muy inteligente: cambia de forma permanentemente, lo que hace muy difícil lograr un producto que inmunice contra esta infección.
Pero ahora, investigadores del Scripps Research Institute (TSRI) y de la International AIDS Vaccine Initiative (IAVI) han descubierto un talón de Aquiles del virus, un punto de vulnerabilidad a través del cual una vacuna podría ingresar al VIH e inactivarlo.
Para explicarlo de manera muy simple. Ante cualquier ataque, en este caso supongamos una dosis de una vacuna experimental, el VIH despliega una fortaleza de grasas y sustancias moleculares que impiden que la medicina penetre en su núcleo. Por eso, hasta ahora ninguna vacuna ha sido eficaz, porque no se logra una respuesta inmune del organismo.
El profesor Ian Wilson, uno de los autores del nuevo trabajo publicado en la revista Immunity, explicó que su equipo ha encontrado una zona vulnerable del VIH, que se repite en distintas cepas del virus, que podría ser, literalmente, una puerta de entrada para atacar la infección.
Las vacunas investigadas hasta el momento buscaban atacar partes de esa fortaleza grasosa que forma el virus para defenderse. Pero ahora, el nuevo estudio buscó otros caminos de entrada al virus, justamente estas zonas vulnerables que se encontraron tras analizar con una nueva mirada 1,800 muestras de sangre de personas que viven con VIH y están saludables en África, India, Thailandia, Australia, el Reino Unido y Estados Unidos.
Este trabajo apunta a lograr desarrollar una vacuna para tratar la infección por VIH, no sería una vacuna para prevenirla.
La investigación de las dos instituciones, financiadas en parte por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, podría arrojar un desarrollo concreto en no más de tres años, aseguran los científicos.
En todo el mundo, 35.3 millones de personas viven con VIH, según datos de ONUSIDA, y hay cerca de 2.3 millones de nuevas infecciones cada año. En Estados Unidos, son 50.000 anuales.
Cuando se conoció la causa del Sida, hace 30 años, se dijo que iba a haber una vacuna disponible en 10 años, y eso no ocurrió.
Si bien este nuevo estudio arroja una luz en el arduo camino de la investigación del VIH/Sida, los oficiales de salud pública de los CDC siguen enfatizando que la mejor manera de luchar contra el virus es usar condón en las relaciones sexuales y, si la persona es portadora, comenzar un tratamiento lo antes posible.
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