Maya Gold era una chica extraordinaria.
A los 11 años, tras una excursión a un santuario de animales cerca de su casa en New Paltz, New York, comenzó a hacer voluntariado, y también se convirtió en vegana. Unos años más tarde, tras visitar una escuela para niñas en India con sus padres, comenzó a planificar un voluntariado en Nepal antes de la universidad, para trabajar con niñas a quienes habían obligado a participar en el tráfico sexual. Su familia, sus amigos, sus maestros y sus vecinos la recuerdan como una chica curiosa, comprometida y feliz.
No fue solo desolador, sino también inexplicable, cuando unas pocas semanas después de cumplir 15 años en octubre de 2015, Maya se suicidó.
El descenso de Maya a la oscuridad “fue tan rápido e inesperado que no pudimos detenerla a tiempo”, dijo Jonathan Kligler, el rabino de Maya, en el sermón en su funeral, que luego se publicó en el periódico del pueblo, caracterizado por la unión entre sus habitantes.
Buscando respuestas, los padres de Maya, Elise Gold y Matthew Swerdloff, se enteraron por los amigos de su hija de que, apenas dos semanas antes de su suicidio, había comenzado a experimentar con medicamentos de venta libre que contenían dextrometorfano, o DXM, un supresor de la tos.
Los padres de Maya encontraron un montón de productos para la gripe y el resfriado de venta libre en su habitación, y también se enteraron que ella se robaba los medicamentos de un supermercado local, y que tomaba dosis más altas de lo recomendado para drogarse.
Aunque en general es seguro, en dosis altas el DXM puede provocar una variedad de efectos secundarios peligrosos, incluyendo latidos cardiacos anómalos y sedación. También puede crear una sensación de euforia y alucinaciones.
Y aunque los padres de Maya reconocen que otros factores podrían haber influido en el suicidio de su hija, creen que tal vez no habría tomado esa decisión letal si no hubiera estado bajo la influencia de una dosis alta de DXM.
El abuso del medicamento no es nuevo. Hay informes que datan de la década de 1960. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) dice que reconoce el potencial de abuso, y requiere que las etiquetas enfaticen el uso adecuado. Y la industria de fármacos de venta libre y algunos estados han respondido al problema mediante una variedad de programas educativos y restricciones que buscan que sea más difícil obtener el medicamento para los adolescentes.
Pero esas medidas no están estandarizadas de un estado a otro, comenta Barbara Young, Pharm.D., de la Sociedad Estadounidense de Farmacéuticos del Sistema de Salud (American Society of Health-System Pharmacists). Y muchos padres aun no están conscientes del alcance del problema ni de lo grave que puede ser, añade Sharon Levy, M.D., directora del programa de uso de sustancias y adicción en adolescentes del Hospital Pediátrico de Boston, y profesora asociada de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.
El mal uso del DXM envía a un estimado de 6,000 adolescentes a la sala de emergencias cada año, y puede resultar letal. Y aunque los casos de suicidio posiblemente vinculados con este medicamento son raros, cualquier medicamento o droga que provoque síntomas psicóticos como las alucinaciones podría contribuir al tipo de tragedia que experimentó la familia de Maya Gold, advierte Levy.
Unos años más tarde, tras visitar una escuela para niñas en India con sus padres, comenzó a planificar un voluntariado en Nepal antes de la universidad, para trabajar con niñas a quienes habían obligado a participar en el tráfico sexual. Su familia, sus amigos, sus maestros y sus vecinos la recuerdan como una chica curiosa, comprometida y feliz.
Los adolescentes y el abuso del DXM
El dextrometorfano se encuentra en más de 100 productos de venta libre, entre ellos los de marcas importantes como Mucinex, Robitussin, Theraflu, Triaminic y Vicks. También viene en una variedad de formas: líquido, cápsulas, píldoras y tabletas.
Un poco más de un 3% de los adolescentes en Estados Unidos abusan de los medicamentos para el resfriado y la tos de venta libre, según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA), y más o menos 1 de cada 3 adolescentes conoce a alguien que ha abusado de dichos medicamentos.
Los usuarios de DXM reportan una variedad de efectos. En dosis de 3 a 4 veces más altas que las recomendadas en las etiquetas de los productos, el efecto puede ser muy similar al del alcohol, señala Levy. Y en dosis incluso más altas, el DXM puede crear intoxicaciones similares a las de la droga PCP (fenciclidina): alucinaciones visuales y auditivas, euforia, pensamiento disociado o experiencias extracorporales, inquietud y falta de concentración.
Muchos medicamentos de venta libre que contienen DXM también contienen antihistamínicos, descongestionantes, analgésicos y otros ingredientes. Las dosis altas de esos ingredientes individuales pueden plantear sus propios riesgos. Por ejemplo, unas dosis apenas ligeramente superiores al máximo diario permitido del analgésico acetaminofeno, pueden provocar daños graves en el hígado.
Y las cantidades excesivas de productos combinados multiplican el riesgo de efectos secundarios nocivos, advierte Ruben Baler, Ph.D., un científico de la salud del NIDA.
Pero muchas personas, incluso los padres, con frecuencia no son conscientes de los riesgos. “Uno supone que si este tipo de medicamento se puede simplemente comprar en la tienda sin receta debe ser seguro, ¿verdad?”, pregunta Elise, la madre de Maya.
Los adolescentes se sienten atraídos por estos medicamentos precisamente porque son más fáciles de obtener que, por ejemplo, el alcohol o las drogas ilegales. Y aunque muchos padres no son conscientes de que los adolescentes a veces usan mal estos medicamentos de venta libre, la información sobre su uso para intoxicarse está fácilmente disponible.
Los blogs de los medios sociales y los sitios web ofrecen todo un mundo de información y desinformación sobre el DXM. Los niños de más edad podrían buscar recetas para abusar del medicamento, usando palabras como “robotripping”, “skittling” o “sheeting”, que significa tomar todo un blíster de un paquete de medicamento.
Levy advierte sobre el poder que el Internet tiene de influir en que los niños abusen. “Creo que es como el Salvaje Oeste”, dice, y añade que un niño podría descubrir una conducta peligrosa en línea en la que nunca había pensado.
Cómo controlar el abuso
“Nos tomamos este problema muy en serio”, afirma Anita Brikman, vicepresidente principal de comunicaciones y asuntos públicos de la Asociación de Productos de Atención de Salud del Consumidor (Consumer Healthcare Products Association, CHPA), la asociación comercial nacional de fabricantes y vendedores de medicamentos de venta libre.
En 2008, los fabricantes de medicamentos para la tos y el resfriado colocaron esta advertencia en los paquetes de sus productos: “PADRES: Obtengan más información acerca del abuso de medicamentos y los adolescentes en www.stopmedicineabuse.org”.
En 2010, el sector creó un plan en 3 frentes para reducir los casos de abuso a través de la educación de los padres, el alcance a los niños en riesgo, y el respaldo de un acceso limitado. Por ejemplo, la CHPA sigue los términos de búsqueda en Internet relacionados con el abuso del DXM, y dirige a los niños a que vean información sobre sus daños potenciales, en WhatIsDXM.com.
Desde 2012, 14 estados han promulgado leyes para limitar la venta de los medicamentos para el resfriado y la tos que contengan DXM a las personas menores de 18 años, según la CHPA, que respalda esa legislación. En esos estados, los minoristas deben pedir un justificante de edad antes de vender productos con DXM, y están sujetos a advertencias y multas si venden los productos a menores de edad. Algunas cadenas de farmacias, como Rite Aid, Walgreens y Walmart, dijeron a Consumer Reports que han adoptado voluntariamente esas restricciones en sus tiendas de todo el país.
Pero los jóvenes todavía pueden conseguir estos fármacos. Por ejemplo, aunque en New York se restringe la venta de los medicamentos a los menores de edad, Maya Gold los robó.
Tras su muerte, dijo Elise Gold, una farmacia local movió los productos con DXM detrás del mostrador, de forma que si alguien quiere uno de los medicamentos, primero tiene que hablar con un farmacéutico o cajero.
Es una medida que algunas otras farmacias del país han adoptado por cuenta propia para el DXM. Y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) lo requiere, a nivel nacional, para la seudoefedrina, otro fármaco incluido en muchos medicamentos de venta libre para el resfriado y la influenza, como Sudafed, porque se utiliza para producir la droga ilegal metanfetamina, o cristal.
Ahora la madre y el padre de Maya trabajan con los representantes locales para promulgar una ley similar para el DXM en el estado de New York. “Me hago muchísimas preguntas”, dice Elise Gold. “Una de ellas es si solo los medicamentos que contienen el poderoso dextrometorfano que altera la mente no estuvieran accesibles tan fácilmente, quizá nuestra amada Maya todavía estaría con nosotros y no estaríamos teniendo esta conversación. Si se aprueba este proyecto de ley, se podrían salvar vidas”.
Tomar medidas
Aunque los productos con DXM se pongan detrás del mostrador, es probable que los niños siempre puedan obtener el fármaco de una forma u otra, con frecuencia simplemente yendo al botiquín de la familia, advierte Levy, del Hospital Pediátrico de Boston. De forma que los padres y las familias deben permanecer alertas. Pueden hacerlo de la siguiente forma, según expertos consultados por CR:
• Monitorea todos los medicamentos que haya en casa. Debes saber qué hay en tu botiquín, plantea Brikman. No dejes los medicamentos donde tus hijos adolescentes y sus amigos puedan verse tentados.
• Está pendiente a las señales. Con frecuencia, los adolescentes cubren sus huellas muy mal, afirma Levy. Si encuentras frascos o paquetes de medicamentos vacíos debajo de la cama, inicia una conversación. Y no dudes en obtener ayuda de un pediatra o consejero.
• Vigila los cambios en la conducta. La irritabilidad, un cambio en el estado de ánimo, un cambio de amigos, y un aumento en el aislamiento pueden asociarse con el uso de cualquier sustancia; también puede ser señal de depresión o de un problema médico. Nunca se debe atribuir ese tipo de señal simplemente al desarrollo normal del adolescente.
Si quieres leer más, visita Consumer Reports