Una media docena de mujeres, la mayoría con tacones altos y pestañas largas, rodean a un auto estacionado en doble fila en la avenida Georgia, en el noroeste de Washington, DC. Dentro, en el asiento del conductor, está Ruby Corado, quien les explica algo mientras se arregla el cabello con gestos de "bella donna". La escena se repite varias veces, durante dos encuentros con Ruby para realizar este reportaje. Lección aprendida: el mejor momento para charlar con Ruby es cuando está manejando, porque de otra manera siempre está rodeada de gente.
Es que esta activista símbolo de la lucha LGTB (Lesbian Gay Transgender Bisexual) del área metropolitana de Washington, que apenas unos días atrás estuvo en una cena en la Casa Blanca, convoca. Simplemente convoca a miembros de la comunidad trans —en la jerga una versión reducida de transgénero—y de otras minorías, que necesitan ayuda, guía, atención médica... y la lista es muy larga.
A muchas, cuenta Ruby, sus familias las echaron de la casa cuando salieron de este closet especial que es la transexualidad, otras sufren de depresión o adicciones, otras necesitan en donde dormir por un tiempo, o simplemente sentirse queridas o estar en compañía de personas que las entienden: todas están en situación de extrema necesidad.
Ella les brinda albergue en Casa Ruby, entidad que fundó hace 11 años y que en su sede, un pequeño edificio en una zona afro de la capital de la nación, cuenta con 22 camas. También las ayuda a navegar un sistema que las aísla (ver video arriba).
La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) define transgénero como un término "paraguas" que engloba a personas "cuya identidad de género, expresión de género o conducta no se ajusta a aquella generalmente asociada con el sexo que se les asignó al nacer".
Muchas personas que no están conformes con su identidad de género deciden iniciar una "transición", y para eso utilizan hormonas para cambiar la forma de su cuerpo, desarrollar atributos femeninos (senos prominentes) o masculinos (más vello y barba) de acuerdo a si el cambio es hacia un cuerpo femenino o masculino. El paso crítico en este proceso de "reasignación" es la cirugía para cambiar de sexo: pasar de tener pene a tener vagina, o viceversa.
De acuerdo con un estudio del Williams Institute, de la Universidad de California en Los Ángeles, en el país hay unas 700.000 personas transgénero, aunque no hay cifras nuevas ni definitivas sobre las que han realizado una transición. Ni la Oficina del Censo, ni los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) incluyen la categoría transgénero en las casillas de género en sus encuestas.
Las personas transgénero sufren de "tolerancia cero" en la mayoría de los sectores sociales, se les dificulta el acceso al cuidado de salud, el conseguir trabajo y hasta ser aprobados para rentar un apartamento. Aunque desde el comienzo de la Humanidad existen individuos que han decidido cambiar su identidad de género, al parecer en el siglo XXI aún no se ha logrado que la sociedad tenga una mente abierta al respecto.
La palabra que se usa para hablar de discriminación contra las personas transgénero es transfobia.
El doctor Sean Young busca zanjar esa brecha con más información y considera que una excelente fuente hoy en día son las redes sociales, una vía que, espera, sirva para mejorar la calidad de vida de los miembros de la comunidad trans. Young es director ejecutivo del Institute for Prediction Technology de la Universidad de California y lideró un estudio en el que recopiló mensajes de Twitter de personas transgénero. "Aunque anónimos, estos mensajes ofrecen una valiosa oportunidad de obtener información sobre las necesidades, angustias y vivencias de las personas transgénero en tiempo real", explicó a HolaDoctor en charla telefónica.
"Los transgénero están en riesgo de muchos de los más graves problemas de salud pública como el VIH, el abuso de sustancias y la depresión", enfatizó Young. "Con esta estrategia no sólo se logra recopilar información clave rápido sino también identificar áreas geográficas en donde esta comunidad tiene más necesidades".
Según un reporte de la GLAAD, entidad que lucha contra la discriminación de la comunidad LGTB, el 15% de las personas transgénero está viviendo en la pobreza (el porcentaje nacional de la población general es 4%). Y el 19% no tiene ningún tipo de seguro médico, incluyendo el Medicaid, el programa federal de salud gerenciado por los estados para las personas de bajos ingresos.
Aplauso público, discriminación privada
En este último año, las palabras transgénero y trans han resonado más que nunca desde que en 2010 Chaz Bono, el hijo de Cher, hiciera pública su transición de mujer a hombre, y concursara en "Dancing with The Stars".
Laverne Cox, la actriz transgénero de la serie de Netflix "Orange is the New Black", ha utilizado la plataforma del show para la lucha trans. En la premiada serie de Amazon "Transparent", el actor Jeffrey Tambor (foto abajo a la derecha) interpreta a un profesor universitario y padre de tres, quien tras retirarse decide vivir abiertamente como mujer.
Hasta el presidente Barack Obama mencionó la palabra transgénero en su discurso sobre el Estado de la Unión. "Como americanos, respetamos la dignidad humana... Por eso defendemos la libertad de expresión, abogamos por los presos políticos y condenamos la persecución de las mujeres o de las minorías religiosas, o personas que son lesbianas, gay, bisexuales o transgénero".
Pero lo que instaló el tema en la mesa colectiva con más potencia fue la pública transición de Caitlyn Jenner, proceso testimoniado y monitoreado por los medios minuto a minuto, y ahora relatado con detalle visual en su reality show "I am Cait" (Soy Cait).
Para la activista Ruby Corado, estos "momentum" mediáticos deben traducirse en cambios de políticas, normas que garanticen que las personas transgénero tengan acceso igualitario a trabajos, vivienda y cuidado médico. Porque, al parecer la discriminación que sufren comienza en la misma red que debería ofrecerles atención. Ella misma recuerda como décadas atrás recorría las clínicas comunitarias de Washington, DC en busca de atención, para darse cuenta de la amarga realidad, no estaban listas para recibir a una persona transgénero.
Esto es lo que también opina el doctor Joshua Safer, director del Endrocrinology Fellowship Training Program y profesor de Medicina y Medicina Molecular en la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston. Este experto llevó a cabo un estudio que, asegura, puede cambiar la perspectiva médica —y la calidad de atención— de las personas transgénero.
Ser transgénero, ¿biología o condición mental?
Cuando se habla de transgénero, automáticamente se lo asocia con un trastorno mental. En el pasado se quería "corregir" la crisis de género con ayuda psiquiátrica, esfuerzos que sistemáticamente fracasaban. Para el doctor Safer, la razón es que hay sólidas pruebas científicas para considerar que la naturaleza de la identidad de género tiene bases biológicas.
"La falta de aceptación de los transgénero por parte de la comunidad médica, el rechazo que existe al momento de atenderlos, cuando llegan a la consulta, puede cambiar, si se los convence que se trata de una cuestión biológica que no representa ningún riesgo", explicó el doctor Safer a HolaDoctor, en una conversación telefónica.
Muchos médicos se niegan aún a atender a personas trans, cuando no hay ningún riesgo sanitario, más que el miedo a una forma de vida que muchos no entienden o no pueden aceptar. La real amenaza médica, asegura Ruby Corrado, es el tratamiento con hormonas no autorizadas, la aplicación de siliconas sin control médico que, en su caso, la dejó con un grave daño hepático.
El doctor Safer lideró un análisis de la literatura médica sobre identidad de género, en el que se concluyó que hay evidencias de que se trata de un fenómeno biológico, y en el que se recomienda más estudios que exploren esta posibilidad.
"Especialmente dos estudios de 1995 y 2004 marcaron un antes y un después en el estudio de la biología como impronta en el desarrollo de la identidad de género", remarcó Safer.
El primero, publicado en la revista Nature, analizó un área del cerebro vinculada a las conductas sexuales. El segundo, que apareció en New England Journal of Medicine, estudió a personas con genes masculinos que habían nacido con una grave atrofia en la pelvis (pene distrófico o ausencia de pene) y que habían sido reasignados con sexo femenino al nacer.
En este momento, el equipo de Boston liderado por Safer está teniendo reuniones con los Institutos Nacionales de Salud, que podrían financiar nuevas investigaciones para profundizar en las raíces biológicas de la identidad de género.
En su apartado sobre transgéneros, la APA explica que un estado psicológico se considera un desorden mental cuando causa angustia o es discapacitante. La entidad considera que la mayoría de las personas transgénero no experimentan este estado con su identidad por eso no se lo considera una condición mental. "Su verdadero estrés y en muchos casos depresión provienen de la imposibilidad de encontrar cuidado médico, tratamiento hormonal, procedimientos médicos y el apoyo social necesario para poder expresar su identidad de género libremente y minimizar la discriminación", enfatiza la APA.
Lejos de la genética y del diván, Ruby se ríe cuando se le pregunta si ella siente que tiene un trastorno. "Mi vida no es un trastorno, trastorno es que la sociedad no entienda que hay personas que nacimos diferentes" (ver video arriba). Y elabora una tesis simple: "yo a los 5 años ya sentía que era niña, cuando me identificaba con mi mamá, mi tía, mi hermana, yo sentía que había algo femenino muy fuerte en mí. Aberrante es ver algo sexual y aberrante en un niño de esa edad, cuando lo que se siente es algo inocente... sentimos lo que realmente somos".