La vaginosis bacteriana es un tipo de infección vaginal que ocurre cuando hay una mayor proliferación de bacterias dañinas que de bacterias beneficiosas en la vagina.
Este desequilibrio en la flora vaginal puede causar desde ardores y dolores hasta alteraciones en el flujo. Conoce aquí todo sobre la vaginosis bacteriana y qué puedes hacer para prevenirla.
Actualmente, no se comprende por completo qué causa la vaginosis bacteriana. Sin embargo, su aparición se asocia al predominio de determinadas bacterias "malas" (anaerobios), como Gardnerella vaginalis, mientras que escasean otras "buenas" (lactobacilos), como Lactobacillus.
También puede favorecer su aparición el uso excesivo de duchas vaginales, tener dispositivo intrauterino, tomar antibióticos de forma innecesaria, sufrir alteraciones hormonales y tener muchas o nuevas parejas sexuales.
Aunque la vaginosis bacteriana puede afectar a mujeres y niñas de todas las edades, es más común entre las mujeres en edad reproductiva, se estima que entre 15 y 50% de este grupo la padece alguna vez.
Esta infección no puede contagiarse a una pareja masculina, pero si a una femenina. Sus principales síntomas son:
- Flujo vaginal excesivo, de color blancuzco o gris.
- Mal olor del flujo.
- Picazón vaginal y ardor al orinar.
La vaginosis bacteriana no suele causar complicaciones, aunque en algunos casos se han registrado las siguientes afecciones:
- Enfermedad inflamatoria pélvica: la vaginosis bacteriana puede causar una infección del útero y de las trompas de Falopio que aumenta el riesgo de infertilidad.
- Infecciones de transmisión sexual: la vaginosis bacteriana parece hacer a las mujeres más susceptibles a las infecciones de transmisión sexual, como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), virus del herpes simple, clamidia o gonorrea. Además, si tienes VIH, la vaginosis bacteriana aumenta las probabilidades de transmitirle el virus a tu pareja.
- Mayor riesgo de infección: especialmente después de cirugías ginecológicas, como histerectomía o dilatación y legrado.
- Nacimiento prematuro: las mujeres embarazadas con vaginosis bacteriana tienen un mayor riesgo de sufrir partos prematuros o que el bebé tenga un bajo peso al nacer.
Si los síntomas de la vaginosis bacteriana se presentan, no mejoran con el tiempo y se ven acompañados por dolor pélvico o fiebre, deberás consultar a un médico cuanto antes.
Este puede aconsejar el uso de comprimidos orales, como metronidazol (Flagyl, Metrogel-Vaginal), cremas vaginales, como clindamicina (Cleocin, Clindesse), o medicamentos orales, como tinidazol (Tindamax), para acabar con la infección.
¿Los probióticos previenen la vaginosis?
Por la gran incidencia que la vaginosis bacteriana tiene entre las mujeres en edad reproductiva, muchos expertos comenzaron a investigar como ciertos alimentos, hierbas o suplementos pueden influenciar o afectar su desarrollo.
Un caso recientemente estudiado es el de los probióticos, específicamente un tipo llamado Lactobacillus crispatus (Lactin-V).
Los probióticos ayudan a controlar desequilibrios vaginales, ya que estimulan la metabolización de la glucosa, produciendo ácido láctico, una sustancia que mantiene el pH vaginal ácido y dificulta el desarrollo de microrganismos dañinos.
Su administración puede ser oral (cápsulas o comprimidos) o tópica. Al concentrarse en el lugar de la infección, la eficacia y rapidez del uso tópico es mayor, y requiere tratamientos más cortos.
En un estudio publicado en The New England Journal of Medicine, un grupo de experto encontró que las mujeres que se insertaron Lactin-V en la vagina dos veces por semana tenían menos probabilidades de tener una recurrencia de la vaginosis bacteriana que las mujeres que no lo hicieron.
Inicialmente, 228 mujeres fueron tratadas por vaginosis bacteriana con el antibiótico tópico estándar metronidazol (MetroGel Vaginal).
Después de ese tratamiento, se asignó a 152 de ellas usar Lactin-V durante 11 semanas adicionales, mientras el resto del grupo recibió tratamiento con placebo.
Los autores registraron que solo el 30% del grupo de Lactina-V tuvo una recurrencia de la vaginosis bacteriana en la semana 12, en comparación con el 45% del grupo de placebo.
Cómo prevenir la vaginosis
Además de las relaciones sexuales sin los cuidados apropiados, distintos hábitos o circunstancias favorecen la aparición de una vaginosis bacteriana.
Puedes prevenir esta infección teniendo en cuenta los siguientes factores de riesgo:
- Higiene: descuidar la higiene vaginal es una causa muy común de vaginosis bacteriana. También puede serlo el uso de productos inadecuados, como toallitas, tampones, jabones o cremas especiales y perfumadas que alteran el pH vaginal. Recuerda: después de usar el baño, siempre debes limpiarte desde adelante hacia atrás.
- Uso ropa ajustada: este tipo de prendas no permite una correcta circulación de aire en la zona genital, a la vez que favorece la acumulación de humedad. Este ambiente es propicio para el desarrollo de bacterias dañinas, responsables de una vaginosis.
- Uso innecesario de antibióticos: aunque estos medicamentos sirven para eliminar distintos patógenos, también pueden afectar a las bacterias saludables de nuestro organismo, como las que se encuentran en la vagina y se encargan de mantener en equilibrio el pH. Esto deja sin protección a la zona genital contra bacterias nocivas.
Para recordar:
La vaginosis bacteriana es un tipo de infección vaginal que no se comprende por completo por qué ocurre.
Su aparición se asocia al predominio de determinadas bacterias "malas" (anaerobios), como Gardnerella vaginalis, mientras que escasean otras "buenas" (lactobacilos), como Lactobacillus.
Los probióticos parecen ser una buena opción para reducir el riesgo de recurrencia, ya que vuelve el pH vaginal más ácido y dificulta el desarrollo de bacterias nocivas.
También puedes prevenir una vaginosis bacteriana usando preservativos durante los encuentros sexuales, evitando las duchas vaginales, el uso de ropa ajustada o mojada, o la ingesta innecesaria de antibióticos.
Fuentes consultadas: Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, Clínica Mayo, Escuela de Medicina Harvard, Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas.