¿Te has sometido a regímenes muy rigurosos y no bajas de peso?, ¿sientes que no comes mucho y sin embargo engordas?
Aunque tus genes pueden determinar y explicar gran parte de los procesos que ocurren en tu organismo, hoy en día sabemos que la genética trabaja básicamente sólo con tendencias que se ven favorecidas o no por factores ambientales. Este es el caso del sobrepeso y la obesidad.
Es decir, la historia no está escrita necesariamente por los genes, sino fundamentalmente, por nuestra voluntad y por la forma en que nos interrelacionamos con el ambiente. La herencia es importante, pero no lo es todo.
Más allá de los genes que muchas personas con obesidad reciben de sus padres, los factores más importantes son la transmisión de hábitos de alimentación inadecuados y la falta de actividad física.
En las últimas décadas se ha visto que el número de personas con sobrepeso y obesidad crece de manera alarmante en todo el mundo, pero esto no es producto de su genética sino de una gran cantidad de factores externos, especialmente los referidos al desarrollo de la industria alimentaria y a la globalización de los mercados, lo que ha influido no sólo en la cantidad de alimentos disponibles, sino en su calidad (en muchos casos los fabricantes prefieren elaborar alimentos con elevados contenidos de grasas y azúcares que alimentos más sanos y nutritivos porque los primeros son más atractivos al paladar del consumidor).
Si a ello le agregamos la creciente preferencia por las comidas rápidas (porque representan una alternativa práctica, aunque no muy saludable) tendremos la respuesta a la pregunta ¿por qué ahora hay más obesidad que antes?
Por otra parte, las características de la vida moderna han hecho que la gente disminuya significativamente sus niveles de actividad física. Se ha incrementado el acceso a medios de transporte para buena parte de la población mundial y ni que decir de la impresionante automatización de la mayoría de las actividades domésticas.
Además las sociedades han pasado de la dependencia del trabajo físico a la dependencia del trabajo mecanizado o del trabajo intelectual. El desarrollo tiene sus costos y el resultado hoy puede apreciarse en nuestros cuerpos.
En el caso de la población latina un factor importante que explica la obesidad nada común en nuestros abuelos, es la migración hacia los países industrializados donde se adquieren nuevos hábitos de alimentación que no son lo más saludables.
Hábitos y emociones
Tus hábitos de alimentación se ven influenciados por las tradiciones que tu familia te ha transmitido.
Desde el nacimiento de los hijos se da inicio a un proceso de enseñanza y aprendizaje, involuntario e inconsciente, centrado en la alimentación familiar. Así, la mesa familiar y el acto de comer se convierten en el centro del ejemplo que los padres les dan a los niños, llevándolos a definir sus preferencias y rechazos.
Para muchas personas existe una relación muy fuerte entre su estado emocional y la comida, de manera que cuando son presas de alguna emoción fuerte como enojo, miedo o tristeza, comen sin control. Otras personas lo hacen cuando se sienten solas, frustradas o están frente a alguna situación que les genera ansiedad como el nacimiento de un nuevo hijo, un cambio de trabajo o la mudanza a otra ciudad.
La comida siempre esta presente cuando se trata de cerrar un negocio o celebrar un acontecimiento especial.
Tan importante como los hábitos de alimentación, es el hábito del deporte, o de la actividad física saludable que debiéramos formarnos desde la infancia, lamentablemente en los últimos años se ha ido perdiendo dicha costumbre o hábito.
Es un hecho comprobado que las personas que practican algún ejercicio de manera disciplinada a lo largo de su vida, se mantienen más saludables que quienes no lo hacen.
Recuerda que las palabras convencen pero el ejemplo arrastra.
Los siguientes links te ayudarán a guiarte dentro de tu plan: