Puede comenzar como una discusión sin importancia, una imposición, o simplemente no llegar a tiempo a una cita. Un comentario despectivo sobre el trabajo, la ropa o el cuerpo. Signos que suelen empeorar con el paso del tiempo, conductas que ya ocurrían pero que simplemente no se veían, o no querían verse.
Una persona puede estar en una relación tóxica si no es feliz de manera constante, si el vínculo que tiene con su pareja no se basa en el respeto, si se siente siempre incomprendida y hay conductas deshonestas y controladoras, y no existe apoyo. Si el maltrato va aumentando. La pregunta es por qué es tan difícil terminarlas. Tal vez ser consciente de las alertas sea el primer paso.
La toxicidad en una relación tiene muchas formas. La prevalencia de la violencia de pareja es un problema global, que ocurre a tasas relativamente altas, especialmente para las mujeres. En los Estados Unidos, cerca de 1 de cada 4 mujeres y 1 de cada 10 hombres han sufrido violencia física o violencia sexual. Y hay tasas de prevalencia mucho más altas si se encuestan el abuso emocional (amenazas, menosprecio o humillación frente a otros, insultos o sentirse mal consigo mismos), el abuso financiero o el abuso cibernético.
En Latinoamérica y el Caribe la violencia física en las relaciones se cobró 4,091 vidas de mujeres en 2020. Las distintas capas del abuso emocional están menos documentadas.
El abuso en todas sus formas genera una baja en la autoestima y puede disparar depresión.
La información, la educación y la igualdad empoderan a las víctimas de abuso emocional y pueden ayudar a quebrar el círculo tóxico. Y también terminar con un sentido de compromiso que suele existir incluso con parejas abusivas.
Si la persona no puede romper esa cadena de toxicidad, puede pedir ayuda. Las razones por las cuales se permanece en una relación no saludable son muchas y complejas. Desde una relación no resuelta con los padres, complejo de inferioridad y hasta el miedo a estar solos. O pensar que la propia es una pesadilla única que nadie más comprendería.
Alertas de una pareja tóxica
Entre los signos habituales, se encuentran:
Falta de comunicación o una comunicación que parece siempre en cortocircuito. Son ese tipo de charlas que escalan a discusión en segundos. Es como si no hubiera ninguna forma de llegar a un entendimiento o acuerdo incluso en las mínimas cosas cotidianas.
La persona no se siente apoyada. Cada plan, proyecto o iniciativa obtiene una crítica y nunca un pulgar para arriba. Surgen burlas o frases que tiran para abajo la alegría de vivir alguno bueno y nuevo.
Aumento de la desconfianza, conducta controladora. La pareja controla los movimientos, cuestiona todo lo que hace el otro y pretende imponer su propia agenda. Comienza a tomar decisiones por el otro.
Estar con el otro es un campo minado. La tensión de un vínculo tóxico hace que se tenga miedo hasta de contestar una pregunta. No hay espacio para relajarse y el estrés acecha.
Esta historia se produjo utilizando contenido de estudios o informes originales, y de otras investigaciones médicas y fuentes de salud, y salud pública, destacadas en enlaces relacionados a lo largo del artículo.