En Nueva York, un adolescente de Honduras lleva en su espalda la marca de la violencia de las pandillas en su país: una bala alojada en el medio de su espina dorsal. El menor está en el Bronx, en donde su caso de inmigración fue tomado por Stark, quien trabaja con la Immigrant & Refugee Division en Catholic Charities New York. Los de asilo están entre los casos de estatus migratorio más difíciles de ganar, dice Stark, y el testimonio de un doctor puede ayudar a influir en la decisión.
“Yo podría decirle al juez, ‘su excelencia, este niño está huyendo de las pandillas en su país de origen y, por eso, es elegible para asilo’”, explica Stark. “Pero lo que lo que es más poderoso y tiene más impacto es decir, ‘aquí está una carta del doctor Alan Shapiro (en la foto arriba con Mauricio Zapata), en donde informa que este niño tiene una bala alojada en su espina dorsal, en la región L6.’ Entonces, el juez podría mirarla y decir, ‘Esto corrobora lo que usted está diciendo, y nosotros podemos ponerlo en un contexto legal.’”
Con el testimonio de Shapiro, pediatra y director médico senior del South Bronx Health Center, un programa del Montefiore and The Children’s Health Fund, el juez otorgó al adolescente hondureño una visa especial para víctimas de crímenes, una clasificación inmigrante, que le permite estar en el país de manera legal.
Mientras 68,000 menores cruzaron la frontera solos entre octubre del 2013 y septiembre del 2014, la controversia explotó sobre si debería permitírseles estar en Estados Unidos o si debían ser enviados de regreso a sus países de origen, Guatemala, Honduras y El Salvador. Una preocupación fue si los niños podían traer enfermedades infecciosas a través de la frontera.
En julio, el representante republicano Phil Gingrey, de Georgia, escribió una carta al director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades expresando preocupación sobre “reportes de inmigrantes ilegales que transportan enfermedades mortales como la gripe porcina, el dengue, el Ébola y la tuberculosis.”
Pero Shapiro dice que las enfermedades infecciosas no han sido un tema para los menores solos que llegaron a su clínica. Lo que necesitan es atención primaria de salud como cualquier niño, por ejemplo, vacunas antes de empezar la escuela.
Los problemas que él ve tienen más que ver con las heridas físicas y emocionales que los niños soportan de la violencia en sus países y el largo camino hacia Estados Unidos.
Muchos sufren de depresión, ansiedad, trastornos de adaptación y desórdenes de estrés post traumático.
“Están en alerta máxima, en estado de ansiedad”, dice Shapiro. “Muchos de estos niños han sido testigos del asesinato de su familia y ellos mismos han recibido amenazas de muerte”.
A menudo, esos son los mismos factores que podrían ayudar a los niños a obtener permiso para permanecer en Estados Unidos, pero pueden ser difíciles de demostrar en un tribunal. Tener el testimonio médico de un doctor “fortalece enormemente el caso”, dice Shapiro.
Para casos que involucran trauma emocional, el peso de la evidencia viene de un psicólogo. El abogado puede tratar de describir el trauma, dice Stark, pero es mucho más efectivo para un psicólogo contribuir con el testimonio de que el niño presentó síntomas consistentes con estrés post traumático u otro tipo de trauma. “La contribución de un psicólogo puede ser muy movilizadora y vital”, dice Stark, especialmente cuando el niño no puede hablar por sí mismo.
Pero Mark Krikorian, director ejecutivo del Center for Immigration Studies, un grupo de Washington que está a favor de controles de inmigración más estrictos, advierte que el trauma emocional no es razón para otorgar asilo. Para recibir asilo, los inmigrantes deben ser capaces de demostrar que tienen miedo de la persecución en sus países de origen por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social, o por su opinión política. "Esto no aplica a estos niños", dice Krikorian.
“Lo que temo es que este tipo de testimonios sea diseñado para despertar la simpatía, y que las autoridades de inmigración les otorguen una green card no importa si el proceso está o no amparado por la ley”, agrega. “De hecho la mayoría de los que consiguen asilo no lo justifican”.
Desde octubre del 2013 a junio del 2014, 1.532 menores solos aplicaron para asilo en Estados Unidos. El Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS, por sus siglas en inglés), una de las dos agencias del gobierno que reciben casos de asilo, analizó 167 de estos casos durante ese período. De ellos, 108 de estos niños recibieron asilo. Muchos menores solos han aplicado para otras categorías de protección que les permite permanecer en el país.
Mientras tanto, del 18 de julio al 7 de octubre del 2014, jueces de inmigración ordenaron la deportación de 1,252 niños solos, de acuerdo con la Oficina Ejecutiva de Revisión de Inmigración, que depende del Departamento de Justicia. A menudo, estas órdenes se apelan.
Muchos de los menores que cruzan la frontera solos no tienen acceso a un abogado: el Gobierno no tiene como requerimiento proveer representación legal en corte de inmigración a los niños que no son ciudadanos, y pocos pueden contratar a un abogado.
En el Bronx, Shapiro y Stark están tratando de ayudar a 433 menores solos que se han instalado en el área como pueden. Llamaron a su clínica médico-legal Terra Firma, en donde han visto cerca de 50 menores solos desde octubre del 2013; esperan poder ayudar a 200 más en el 2015.
“La razón por la que somos pediatras es porque buscamos el bienestar del niño”, dice Shapiro. “Estos son niños muy vulnerables que tienen necesidades que van más allá de las que otros niños tienen”.
Semana por medio, docenas de ellos se presentan en el South Bronx Children and Family Health Center por Terra Firma. Por dos horas y media, la clínica provee cuidado de salud, consejería, seguimiento de caso y servicios legales para los niños. Tanto la atención pediátrica como de salud mental están disponibles en español, algo que puede ser difícil de encontrar en otra parte de la ciudad.
Como parte de la New York Immigration Coalition, Shapiro ha estado trabajando con el Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York para desarrollar un alerta de salud para todos los pediatras, detallando las necesidades médicas de los niños solos, y la mejor manera de ayudarlos.
Hasta ahora, el modelo de Terra Firma parece ser una rareza, pero algo similar está tomando forma en California. Los Angeles ha recibido a 2.474 menores solos de enero a septiembre del 2014. Elena Fernández, directora de salud mental del St. John’s Well Child and Family Center, dice que le han solicitado a los psicólogos de la clínica evaluaciones psicológicas para usar en audiencias de inmigración. Otras veces, su trabajo es ayudar a los niños a testificar ellos mismos y prepararlos para lo que pueda surgir durante la audiencia.
“Es el médico clínico quien tiene que determinar si el niño está listo para testificar e informar en una audiencia el nivel de trauma. Porque se corre el riesgo de revivir el trauma en una sala de la corte”, dice Fernández
St. John’s ha visto el triple de niños indocumentados este otoño comparado con la misma época el año pasado. La mayoría de ellos son menores solos, cree Jim Manglia, CEO del centro. Las visitas adicionales, las mayorías pro bono, dice, le han costado a su clínica cerca de $250.000 en un período de tres meses.
“Ésta es una crisis humanitaria, una crisis de refugiados”, dice Mangia. “Estos niños han sido raptados, brutalizados, golpeados, violados, abusados sexualmente, y esa es la principal razón por la que han huido... hay un enorme caudal de trauma”.
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