La situación trascendió los límites del Distrito Escolar de Volusia, en Florida. Allí, padres de alumnos de la Edgewater Elementary School sugirieron que una niña de primer grado, que padece un grado de alergia al maní que pone en riesgo su vida, sea removida de las clases regulares y reciba educación a domicilio.
“Esa idea surgió de los padres, ni siquiera es una opción para nosotros”, dijo Nancy Wait, vocera del Distrito Escolar.
El nivel de severidad de la alergia que padece esta pequeña es tal que, por ley, se considera una discapacidad. Para protegerla, sus compañeros de clase deben lavarse las manos antes de entrar al aula en la mañana y enjuagarse la boca después del almuerzo.
Puntos clave
Un perro que detecta rastros de maní olfateó la escuela durante la semana de receso escolar de primavera para detectar cualquier rastro de maní que pusiera a la niña en peligro.
Algunos padres, como Chris Burr, quien tiene dos hijos que van a esa escuela piensa que si sus hijos tuvieran el mismo problema de salud, no le pediría a los demás que cambiaran sus vidas”. Pero otros consideran que el aislamiento es el peor camino.
La polémica está abierta y crece: no hay niño o niña en edad escolar que no tenga un compañero que sea alérgico.
Cerca de 3 millones de niños en el país padecen alergias a alimentos, indican los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). El maní está primero en la lista de alimentos que causan alergia.
Las reacciones van desde una leve picazón hasta bloqueo de las vías respiratorias y la muerte. Cerca de la mitad de las 150 muertes que se atribuyen cada año a las alergias a alimentos fueron causadas por alergia al maní, indican estudios del Centro Médico de la Universidad Duke.
Hay drogas que se utilizan para el tratamiento de las reacciones alérgicas, pero no existen aprobados para las alergias a alimentos.
Justamente investigadores del centro de Duke presentaron en 2009 una terapia que podría representar una esperanza para niños alérgicos al maní. Se trata de la administración de pequeñas dosis diarias de maní para que se desarrolle tolerancia al alimento.
Mientras la ciencia busca avances, autoridades escolares como las del estado de Maryland evalúan sacar todo vestigio de maní de los menúes escolares para minimizar riesgos. El mayor temor de una escuela es tener un alumno alérgico y no saberlo.