Colin Fiedler, de 39 años, estuvo muerto clínicamente durante 40 minutos después de un ataque al corazón, pero volvió y puede contarlo.
Pero no es el único que, en el Hospital Alfred, en Melbourne, Australia, ha “resucitado”, hubo dos pacientes más que tras sufrir un paro cardíaco, han vuelto a la vida después de estar muertos de entre 40 y 60 minutos.
Puntos clave
Cuando Fiedler tuvo un infarto y llegaron los paramédicos, él tenía dos opciones de hospitales, pero eligió el Hospital Alfred, y fue una elección afortunada, ya que la institución médica es la única en Melbourne que cuenta con una avanzada máquina de reanimación cardiorrespiratoria mecánica (CPR).
Fiedler declaró que a raíz de esa experiencia ha dejado de fumar y de preocuparse por cosas pequeñas.
En 2012, un caso en EEUU conmocionó a la opinión pública: el Dr. Eben Alexander, de la Universidad de Harvard, estuvo en estado de coma por un lapso prolongado y luego despertó. Dijo que el cielo existe y que es un lugar lleno de paz.
¿Cómo se puede revivir a las personas?
Stephen Bernard, el médico responsable de la máquina de RCP artificial, señala que cuando se trata de un paro cardíaco, actuar a tiempo es la esencia vital.
A pesar de que Fiedler estaba clínicamente muerto, la máquina de CPR siguió suministrando sangre y oxígeno a su cuerpo durante 40 minutos, hasta que lograron reanimarlo.
En EEUU hay expertos en resucitación que están estudiando y perfeccionando técnicas que “devuelven” la vida a las personas.
Sam Parnia, director de Investigación de Resucitación en la Universidad Stony Brook, en Nueva York, asegura que se puede revivir a las personas incluso varias horas después de que han muerto.
“Ahora sabemos que existen personas que han vuelto a la vida tres, cuatro o cinco horas después de que murieron, y pudieron llevar una buena calidad de vida”, dijo Parnia a BBC Mundo.
Antes, se creía que si se detenían los latidos durante más de unos 20 minutos, el cerebro experimentaría daños irreparables. Pero las investigaciones y algunos casos demuestran que los daños se pueden evitar, asegura Parnia, con una correcta reanimación cardiopulmonar (RCP) y un adecuado cuidado posterior.