Lograr un blanco perfecto de la dentadura es un deseo extendido en la actualidad. Pero... ¡cuidado! La obsesión por tener una dentadura reluciente puede tener consecuencias a largo plazo.
La Asociación Americana de Higienistas Dentales señala que los dientes se van poniendo amarillos con la edad, el tabaquismo y el consumo de algunas bebidas como té y café. Algunos medicamentos también causan manchas y decoloración en los dientes.
En primer lugar, debemos saber que el esmalte dental es la sustancia que cubre la capa exterior de cada diente, es decir es la parte más visible, y está formado principalmente de hidroxiapatita (un compuesto de calcio).
No todas las personas tienen los dientes blancos de forma natural. El color puede variar desde el amarillo claro al blanco grisáceo.
Protección
El esmalte juega un papel muy importante en la protección de los dientes contra las caries, por lo que es importante hacer todo lo posible para evitar que el esmalte se erosione. También protege las capas interiores sensibles de los dientes de los alimentos y bebidas que son muy calientes o muy fríos.
A diferencia de otras partes de tu cuerpo, como los huesos, el esmalte no puede regenerarse.
Cuidado con la erosión
Existen varios trucos caseros, o recetas de la abuela, para blanquear los dientes. Por ejemplo, el pulido con bicarbonato de sodio, enjuagues con limón, vinagre de manzana o también pastas con cáscaras de naranja y hojas de laurel.
Debemos tener en cuenta que el bicarbonato es una sal y, como tal, forma minúsculos cristales. Si frotamos con frecuencia estos cristales contra nuestros dientes, suspendidos en agua o en un aceite, podemos rayar el esmalte, que no se regenera.
Hay remedios caseros que tienen algún sustento médico, y otros no. Por ejemplo, con el uso del bicarbonato los dientes pueden quedar más blancos, pero opacos, porosos y debilitados si se lo utiliza con mucha frecuencia.
Los ácidos también causan erosión porque son capaces de disolver la hidroxiapatita que compone el esmalte. Si utilizamos diariamente zumo de limón, vinagre o cualquier fruta rica en ácidos para blanquear los dientes, estaremos favoreciendo la desaparición del esmalte.
El uso de ceniza sobre el cepillo también figura entre los métodos casero, pero es algo sumamente abrasivo, que en otras décadas utilizaban mucho las personas fumadoras.
Tampoco es recomendable cepillarse los dientes durante la hora después de tomar una bebida cítrica, porque el ácido suaviza el esmalte dental y con el cepillado se lo puede dañar.
La higiene es esencial
La práctica de buenos hábitos de higiene bucal, como el cepillado diario con pasta fluorada después de cada comida y el uso de hilo dental, favorece la protección del esmalte.
Cepillarse con pastas abrasivas, especialmente las saborizadas con cítricos, va desgastando los dientes y hace que se retraiga el tejido gingival, según sean la técnica, la fuerza, la frecuencia, el tiempo y el lugar donde se comienza con el cepillado. También se aconseja evitar las pastas con sustancias pulidoras, como óxido de aluminio, bicarbonato de sodio o carbonato de calcio, entre otros.
Hay que saber también que ciertos alimentos y bebidas, con un alto contenido en taninos, como café, vino o frutas y verduras de color intenso tienen un alto poder de pigmentación sobre el esmalte dental.