Cuando el 25 de julio de 1978 nació la británica Louise Brown, millones de mujeres que no lograban el embarazo de manera natural vieron una luz de esperanza. Brown fue la primera "bebé de probeta", creada en laboratorio con una nueva y revolucionaria técnica bautizada como fertilización in vitro (FIV).
A diferencia de otros métodos utilizados antes de esa fecha histórica, como la inseminación artificial, por la cual se insemina una muestra de esperma en el útero, la FIV logró la gestación por primera vez fuera del cuerpo humano.
Puntos clave
En esta técnica, se toman óvulos y espermatozoides y se los fertiliza en un tubo, explica la Sociedad Americana de Ginecología y Reproducción. Los embriones que se generen de esta alquimia se implantan en el útero.
Pero, aunque exitosa, la técnica nunca logró masificarse porque sus costos se volvieron siderales: aquí en el país, la fertilización in vitro puede superar los $20,000 dólares. Y no siempre el embrión implanta en el útero...
En los países en desarrollo, en donde vive el 80 por ciento de las cerca de 150 millones de mujeres que en todo el planeta no logran embarazarse, según la Organización Mundial de la Salud, la FIV sigue siendo un lujo de pocos.
Pero ahora, la maternidad podría estar al alcance de la mano de todas, gracias a una investigación que asegura que las costosas incubadoras de $60,000 dólares en las que se guardan los embriones podrían simplemente reemplazarse por dos tubos de ensayo y drogas de fertilidad genéricas especiales.
"La FIV puede sonar como una técnica muy compleja, pero lo cierto es que el embrión en su etapa precoz no es muy demandante", aseguró Jonathan Van Blerkom, experto en fertilidad de la Universidad de Colorado, quien forma parte de este consorcio científico que estudia la nueva alternativa.
Y ésta consiste en lo siguiente: en uno de los tubos de ensayo se prepara una solución que incluye dióxido de carbono, que genera el medio ambiente ideal para la reproducción. Este preparado se coloca en un segundo tubo en donde lo "esperan" un óvulo y unos miles de espermatozoides (sí, miles). Finalmente, la combinación se coloca en una especie de horno para mantenerla a una temperatura cálida.
Luego de dos o tres días, cada embrión logrado se examina al microscopio y se elige el mejor para ser implantado en la mujer.
Van Blerkom cree que más de la mitad de las parejas que sufren problemas de fertilidad podrían beneficiarse de este método.
Y aunque la mirada está puesta en los países en desarrollo, en donde una técnica así sería más que bienvenida, centros de fertilización de países con dinero también se están mostrando interesados.
La doctora Geeta Nargund, de la Create Health Clinic en Londres, asegura que no hay que trasladarse de hemisferio para ver la desesperación de las parejas por ser padres y la frustración por no poder afrontar un tratamiento. "La fertilización in vitro debe dejar de ser una técnica para ricos", expresó Nargund.
Algunos médicos objetan que este método económico no genera suficientes embriones como se logra con tecnología más costosa. Así y todo, es promisorio.
Utilizado hasta ahora en cerca de 100 mujeres en Bélgica, Gran Bretaña y Estados Unidos, la tasa de embarazo fue de alrededor de 34 por ciento, igual a la del método costoso. Es decir, nacieron 14 bebés utilizando la técnica sencilla, contra 13 bebés que nacieron a través de métodos más costosos.