Con alrededor de 20,000 muertes a causa de covid en Estados Unidos desde principios de octubre, y decenas de miles más en el extranjero, la pandemia claramente no ha terminado. Sin embargo, la respuesta a la crisis sí, ya que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la administración Biden pusieron fin a la emergencia el año pasado.
No hay que confundir los términos “pandemia” y “emergencia”. Como dijo Abraar Karan, médico e investigador en enfermedades infecciosas de la Universidad de Stanford: “La pandemia ha terminado hasta que tienes que estar acostado porque te sientes terrible”.
Puntos clave
- Aunque oficialmente ya no hay pandemia, el coronavirus sigue circulando.
- Más de 73,000 personas murieron por COVID en 2023 en Estados Unidos.
- Esto es más que las muertes por accidentes con vehículos y por la gripe.
Las pandemias no se definen por el tiempo ni por la gravedad, sino por grandes cantidades de infecciones en curso en todo el mundo. Las emergencias son agudas y se declaran para desencadenar una respuesta urgente.
El final oficial de la emergencia trasladó la responsabilidad de frenar al COVID de los líderes al público. En Estados Unidos, esto significó, por ejemplo, que el gobierno dejara de cubrir en gran medida el costo de las pruebas y vacunas contra el coronavirus.
Pero el virus sigue infectando a las personas; de hecho, está aumentando en este momento.
Con cambios en la naturaleza de la pandemia y la respuesta, KFF Health News habló con médicos e investigadores sobre cómo manejar mejor al COVID, la influenza y otras enfermedades respiratorias que se están propagando esta temporada.
Como era de esperar, se produjo una ola de enfermedades durante las vacaciones de las Fiestas. Las infecciones por covid han aumentado en todo el país en las últimas semanas, con análisis de rastros del virus en aguas residuales que sugieren tasas de infección tan altas como el año pasado.
Más de 73,000 personas murieron por COVID en Estados Unidos en 2023, lo que significa que el virus sigue siendo más mortal que los accidentes automovilísticos y la influenza. Sin embargo, en comparación con el aumento estacional del año pasado, la ola de hospitalizaciones por COVID de este invierno ha sido menor y las tasas de mortalidad se redujeron a menos de la mitad.
“Estamos viendo brotes en refugios para personas sin hogar y en hogares de adultos mayores, pero los hospitales no están abrumados como antes”, dijo Salvador Sandoval, médico y funcionario de salud en el Departamento de Salud Pública del condado de Merced, en California. Lo atribuye al impacto positivo de la vacunación, tratamientos como Paxlovid, y un grado de inmunidad por haber tenido la infección.
Aunque una nueva variante del coronavirus, la JN.1, se ha propagado por todo el mundo, las vacunas y las pruebas de covid actuales siguen siendo efectivas.
Otras enfermedades estacionales también están aumentando, pero las tasas son consistentes con años anteriores. Entre 9,400 y 28,000 personas murieron por influenza entre el 1 de octubre y el 6 de enero, según estimaciones de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), y millones buscaron atención médica por fuertes síntomas de gripe.
Los casos de neumonía, una afección grave en la que los pulmones se inflaman y que puede desencadenarse por la gripe, el COVID u otras infecciones, también aumentaron de manera previsible a medida que llegaba el invierno.
Los investigadores en salud pública recomiendan seguir la guía de los CDC para obtener las últimas vacunas contra COVID y la influenza para evitar hospitalizaciones y muertes por estas enfermedades y reducir las posibilidades de enfermarse.
Una revisión reciente de estudios, que incluyó a 614,000, personas comprobó que aquellos que recibieron dos vacunas contra covid también fueron menos propensos a desarrollar covid prolongado; que a menudo involucra fatiga, disfunción cognitiva y dolor en las articulaciones. También se caracteriza por el desarrollo o continuación de síntomas unos meses después de una infección, lo que es debilitante para millones de personas.
Otro análisis encontró que las personas que recibieron tres dosis de vacunas contra covid fueron mucho menos propensas a tener COVID prolongado que aquellas que no estaban vacunadas. (Una advertencia, sin embargo, es que aquellos con tres dosis podrían haber tomado medidas adicionales para evitar infecciones que aquellos que eligieron no recibirlas).
Tampoco es tarde para una vacuna contra la influenza, dijo Helen Chu, médica y epidemióloga de la Universidad de Washington, en Seattle.
La influenza continúa aumentando en el nuevo año, especialmente en los estados del sur y California. La vacuna de la temporada pasada pareció reducir el riesgo de adultos de visitar emergencias y la atención de urgencia en casi la mitad y la hospitalización en más de un tercio. Mientras tanto, otra enfermedad estacional con un nuevo conjunto de vacunas lanzado el año pasado, el virus respiratorio sincitial (VRS), parece estar disminuyendo este mes.
Otra forma poderosa de prevenir el COVID, la influenza, los resfriados comunes y otras infecciones transmitidas por aire es usando una máscara N95. Muchos investigadores dicen que han vuelto a socializar sin una, pero optan por usarlas en lugares concurridos y en interiores. Karan, por ejemplo, usa su N95 en aviones. Y no hay que olvidar el muy reconocido y sencillo lavado de manos, que también ayuda a prevenir infecciones.
Si haces todo eso y aún te sientes enfermo, los investigadores dicen que uses las pruebas rápidas de COVID. Aunque nunca han sido perfectas, a menudo son bastante útiles para guiar los pasos a seguir.
Cuando el presidente Joe Biden declaró el fin de la emergencia de salud pública el año pasado, muchos sitios de pruebas financiados por el gobierno federal que enviaban muestras a laboratorios cerraron. Como resultado, ahora las personas recurren principalmente a las pruebas de COVID caseras que señalan una infección en 15 minutos y cuestan alrededor de $6 a $8 cada una en muchas farmacias.
El truco es usar estas pruebas correctamente realizando más de una cuando haya motivo de preocupación.
Un resultado negativo con una prueba rápida podría significar que una infección no ha progresado lo suficiente como para detectarse, que la prueba ha caducado o que se hizo mal. Para asegurarse que el culpable detrás de síntomas como dolor de garganta no sea COVID, investigadores sugieren volver a realizar la prueba en uno o dos días.
A menudo, lleva unos tres días después de que comienzan los síntomas para que una prueba sea positiva, dijo Karan, y agregó que estas estimaciones se basan en promedios.
Si una persona se siente bien pero quiere hacerse una prueba porque estuvo cerca de alguien con COVID, Karan recomienda realizar hacerla dos a cuatro días después de la exposición.
Para proteger a los demás durante esos días de incertidumbre, la persona puede usar una máscara N95 que bloquea la propagación del virus. Si las pruebas siguen siendo negativas cinco días después de la exposición y la persona aún se siente bien, dijo Chu, es poco probable que esté infectada, y si lo está, los niveles virales serían tan bajos que sería poco probable que transmitiera el virus a otros.
Las pruebas positivas, por otro lado, señalan de manera confiable una infección. En este caso, el médico dirá si la persona puede tomar el antiviral Paxlovid. Las pastillas funcionan mejor cuando se toman inmediatamente después que comienzan los síntomas, para reducir el daño. Algunos estudios sugieren que el medicamento también reduce el riesgo de COVID prolongado, pero la evidencia es mixta.
Si se descarta covid, Karan recomienda pruebas para la influenza porque pueden guiar a los médicos sobre si recetar un antiviral para combatirlo, o si en cambio es una infección bacteriana, en cuyo caso pueden ser necesarios antibióticos. (Una nueva prueba casera diagnostica COVID e influenza al mismo tiempo).
Mientras que los antivirales y los antibióticos se centran en la fuente de la enfermedad, los medicamentos de venta libre pueden aliviar la congestión, la tos, la fiebre y otros síntomas. Dicho esto, la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) determinó recientemente que un ingrediente principal en versiones de Sudafed, NyQuil y otros descongestivos, llamado fenilefrina, es ineficaz.
Los trabajos complican un enfoque personal para mantenerse saludable. Algunos empleadores siguen tomando precauciones para proteger a su personal. Chu, por ejemplo, tiene dispositivos purificadores de aire en su laboratorio y pide a los investigadores que se queden en casa cuando se sienten enfermos y que se hagan la prueba de COVID antes de volver a trabajar después de un viaje.
Sin embargo, expertos en seguridad ocupacional dicen que muchos empleados enfrentan riesgos que no pueden controlar porque las decisiones sobre si y cómo protegerse contra los brotes, como a través de la ventilación, las pruebas y el uso de mascarillas, quedan en manos de los empleadores. Especialmente, aquellos con empleos de bajos salarios y de medio tiempo, que ocupan mayormente personas de color, a menudo tienen menos capacidad para controlar su entorno laboral.
Jessica Martínez, co-directora ejecutiva del National Council for Occupational Safety and Health, dijo que la falta de normas laborales nacionales sobre la protección contra enfermedades transmitidas por aire representa una falla fatal en la decisión de la administración Biden de renunciar al control de la pandemia.
“Cada lugar de trabajo debe tener un plan para reducir la amenaza de enfermedades infecciosas”, dijo. “Si te enfocas solo en el individuo, fallas en proteger a los trabajadores”.
Esta historia fue producida por KFF Health News, una redacción nacional enfocada en el tratamiento en profundidad de temas de salud, que es uno de los principales programas de KFF, la fuente independiente de investigación de políticas de salud, encuestas y periodismo.