La falta de sueño se ha relacionado con el desarrollo y el tratamiento de una serie de afecciones crónicas, como la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares, la obesidad y la depresión.
Por eso, tener un buen sueño no solo recarga las baterías gastadas por las actividades diarias y por la vida, sino que ayuda a que el organismo mantenga un balance saludable. Parece algo simple, pero puede ser muy difícil de lograr
Puntos clave
- El mal dormir eleva el riesgo de padecer ciertas afecciones crónicas.
- El desbalance del mal sueño genera otro desbalance orgánico.
- Y este desequilibrio afecta el cuerpo y la mente.
Diabetes
Investigaciones han descubierto que la falta de sueño está relacionada con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Específicamente, la duración y la calidad del sueño se han convertido en predictores de los niveles de hemoglobina A1c, un marcador importante del control del azúcar en sangre.
Investigaciones recientes sugieren que optimizar la duración y la calidad del sueño puede ser una forma importante de mejorar el control del azúcar en sangre en personas con diabetes tipo 2.
Enfermedad cardiovascular
Se ha descubierto que las personas con apnea del sueño tienen un mayor riesgo de sufrir una serie de enfermedades cardiovasculares. En particular, hipertensión, accidentes cerebrovasculares, enfermedades coronarias y los latidos cardíacos irregulares (arritmias cardíacas) son más comunes entre las personas con trastornos del sueño que entre sus pares sin anomalías del sueño.
Del mismo modo, la apnea del sueño y el endurecimiento de las arterias (aterosclerosis) parecen compartir algunas características fisiológicas comunes, lo que sugiere además que la apnea del sueño puede ser un predictor importante de enfermedad cardiovascular.
Obesidad
La investigación de laboratorio ha descubierto que la duración corta del sueño produce cambios metabólicos que pueden estar relacionados con la obesidad. Los estudios epidemiológicos realizados en la comunidad también han revelado una asociación entre la duración corta del sueño y el exceso de peso corporal.
Esta asociación se ha informado en todos los grupos de edad, pero ha sido particularmente pronunciada en los niños. Se cree que el sueño en la infancia y la adolescencia es particularmente importante para el desarrollo del cerebro y que la falta de sueño en los jóvenes puede afectar negativamente la función de una región del cerebro conocida como hipotálamo, que regula el apetito y el gasto de energía.
Depresión
La relación entre el sueño y la depresión es compleja. Si bien durante mucho tiempo se ha considerado que los trastornos del sueño son un síntoma importante de la depresión, investigaciones recientes han indicado que los síntomas depresivos pueden disminuir una vez que la apnea del sueño se ha tratado eficazmente y se ha restablecido el sueño suficiente.
La interrelación entre el sueño y la depresión sugiere que es importante evaluar la suficiencia del sueño de las personas con depresión y monitorear los síntomas de depresión entre las personas con un trastorno del sueño.
Las personas que duermen mal pueden tener un riesgo diez veces mayor de desarrollar depresión que las personas que duermen bien por la noche. Y entre las personas con depresión, el 75% tiene problemas para conciliar el sueño o permanecer dormido.
¿Qué viene primero? Cualquiera de los dos puede ser el punto de partida, dicen expertos en sueño. Dormir mal puede crear dificultades para regular las emociones que, a su vez, pueden dejar a la persona más vulnerable a la depresión en el futuro, dentro de meses o incluso años. Y la depresión en sí se asocia con dificultades para dormir, como la reducción de la cantidad de sueño reparador de ondas lentas que una persona recibe cada noche.
Fuentes: CDC, Fundación del Sueño, Johns Hopkins Medicine.