¿Qué tiene de malo tener canas?

Mi papá y mi mamá fallecieron sin cumplir con sus sueños de ver sus cabezas de color blanco nieve. Les fascinaban las canas, tanto que mi papá, que fue peluquero de profesión, una vez se pintó las patillas para verse con canas, aunque fueran ficticias.

Yo empiezo a ver hebras plateadas en mi cabello. Y no me asusta para nada. 

¿Qué tiene de malo tener canas?

Es cierto, las canas son uno de los espejos más implacables de que el tiempo pasa y que nos vamos poniendo viejos. Y en algunos casos —no el de mis padres— aparecen temprano en la vida, generando un terror biológico que impulsa a miles a salir corriendo a comprar un tinte ocultador. 

Las canas, o el deseo de hacerlas desaparecer, generan una ganancia colosal: más del 20% del total de $20,000 millones que se gastaron en salones de belleza en el 2014, según un informe de SBDCnet.

¿Por qué nos asusta tanto tener el pelo blanco? Seguramente no es por la razón científica, la falta de pigmentación que afecta las células capilares y que hace que el pelo vaya perdiendo su color original. 

Tal vez ese pánico escénico comienza cuando estamos frente a alguien que sube la mirada hacia nuestras cabezas (y enseguida mira para otro lado). O cuando vamos a una entrevista de trabajo y tememos que por culpa de esas canas precoces aparentemos más edad. Ni que hablar de un happy hour o una nueva cita... ¿alguien me invitará a bailar si soy canosa? Sí, el resto del mundo puede ser implacable.

Ocultar las canas es tan difícil como ocultar la edad —de hecho son primas hermanas en el ciclo de la vida—, al final del día tenemos los años que tenemos y las canas que tenemos. Eso lo sabe bien alguien que fue canoso a una edad en la que las canas no están siquiera en el vocabulario, el presentador de la cadena CNN, Anderson Cooper. Cooper tiene 47 años y es canoso desde sus 20. Y se ha convertido en un fervoroso defensor de mantener lo que la naturaleza decide: "por favor no se tiñan", ha comentado en más de una oportunidad.

Como María Antonieta, algunos se vuelven canosos de la noche a la mañana. Otros van sufriendo el cambio capilar día a día. En mi caso, me resulta un cambio sorprendente, interesante, fascinante, pero tan solo uno más de las decenas de transformaciones físicas y químicas que comienzan pasando la barrera de los 40. Sigo viendo algo mágico y venerable en las canas. Para mí me acercan más a Buda que a la decrepitud.

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