“Mi niña había estado secuestrada durante nueve años”. Con esta frase, Julia Raquel A. de Orellana sintetiza cómo la anorexia le robó casi 10 años de vida a su hija, que en muchas oportunidades estuvo al borde de la muerte.
El testimonio de esta madre, oriunda de El Salvador, formó parte del primer taller en español para profesionales clínicos especialistas en trastornos alimenticios de América Latina, que se realizó en el centro Oliver-Pyatt, en Miami.
11 señales para detectar la anorexia en tu hija
En los últimos diez años, los desórdenes de la alimentación han crecido en forma vertiginosa en los países latinoamericanos, con casi cuatro millones de casos diagnosticados.
Los desordenes más comunes:
- Anorexia: que se distingue por restricción extrema de comida y pérdida visible de peso.
- Bulimia: atracones de comida seguidos por sentimientos de culpa y deseo de deshacerse de ella (ya sea por vómito inducido, laxantes, o ejercicio fuerte).
- Comedores compulsivos: Comer sin control hasta sentirse enfermo, generalmente en secreto.
La anorexia es el trastorno mental que más muertes causa, aún más que la depresión, por las complicaciones asociadas con la desnutrición. Principalmente padecen de trastornos de la alimentación las mujeres.
Entre los países con más incidencia, México ocupa el primer lugar, con más de un millón de pacientes con anorexia, bulimia o trastornos por atracones.
En segundo lugar sigue Colombia, con más de 800.000 casos. La ciudad de Medellín concentra la mayor parte de los diagnósticos, con el 17,7% de las jóvenes adolescentes con anorexia, bulimia u otros desórdenes.
Luego, sigue Venezuela con 500 mil personas afectadas y en cuarto lugar, la Argentina.
“Es un error muy extendido el pensar que los trastornos alimenticios sólo afectan a las jóvenes adolescentes en Estados Unidos y que forman parte de la cultura estadounidense”, señaló la Dra. Wendy Oliver-Pyatt, fundadora, directora ejecutiva y psiquiatra de Oliver-Pyatt Centers.
Según los expertos participantes del encuentro, las dos causas principales son:
• las presiones familiares
• la caracterización de la belleza en los medios de comunicación
Entre las consecuencias de estos desórdenes, se incluyen enfermedades del corazón o riñón, además de un aumento del riesgo de padecer osteoporosis, producción exagerada de vello y hasta pérdida de la menstruación.
Los expertos coincidieron en el tratamiento multi-disciplinario para lograr una recuperación plena. Enfocándose en la salud mental del paciente, en la conexión con el cuerpo y las señales de hambre, y en el rol de la familia. Los padres son los primeros en ayudar a los pacientes, ya que son ellos los que podrán ayudar a identificar el problema.
Así lo hizo Raquel A. de Orellana, tras observar conductas alarmantes que demostraba su hija. “Esta niña apenas podía caminar y menos en el frio; la tenía que ir a dejar y a recoger a sus clases; casi no hablaba; no se relacionaba con nadie; no comía nada; tenía episodios de ansiedad intensos; siempre estaba afligida; lloraba varias veces al día; se cubría con mucha ropa; tenía la piel lacerada y era un esqueleto casi invisible."
Hasta que después de varios intentos, aceptó internarse para rehabilitarse y logró “amigarse” con la comida.