El 28 de noviembre Juan Pedro Franco entró al quirófano por tercera vez: le hicieron una cirugía bariátrica como parte del tratamiento que comenzó hace dos años para sanar. En ese entonces, pesaba 1,311 libras (594 kilos) y fue reconocido como “el hombre vivo con mayor peso en el mundo” por la organización Guinness World Records. Hoy ha perdido casi la mitad de su peso y puede moverse por sí mismo, pero aún le queda un trecho por recorrer.
Cuando este joven mexicano recibió el certificado de Guinness, en agosto de 2017, tenía 33 años. Ser merecedor de semejante récord para él significó un compromiso y un recordatorio: tenía que perder peso porque su vida estaba en riesgo.
Su mamá siempre supo que algo estaba mal: a los 10 años pesaba casi 154 libras (casi 70 Kg) y no lograba adelgazar, a pesar de las dietas. “Ella sabía que eso no era normal, no comía tanto y yo iba subiendo, como dicen, como la espuma”, cuenta Juan Pedro a HolaDoctor. Debido al sobrepeso, desarrolló diabetes mellitus tipo 2, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, hipertensión, hipotiroidismo y linfedema (inflamación en sus piernas por retención de líquido), entre otras afecciones, y quedó postrado en una cama durante siete años, hasta que decidió buscar ayuda.
Pero en su familia no tenían dinero para hacerle estudios especializados que ayudaran a detectar su problema, de manera que, después de nueve años buscando apoyos económicos, Franco decidió dar a conocer su caso. Varios medios de comunicación locales lo reseñaron y así entró en contacto con el cirujano bariatra José Antonio Castañeda y su equipo, quienes aceptaron evaluarlo.
Bajo la dirección de Castañeda, en noviembre de 2016 comenzó el tratamiento. Su sobrepeso era un obstáculo para practicarle un procedimiento quirúrgico y, después de evaluar diferentes aspectos de su salud (corazón, hormonas, pulmones, sistema digestivo) decidieron tratar su hipotiroidismo y afecciones respiratorias, controlar sus niveles de glucosa y presión arterial y ponerle un régimen dietético especial antes de dar el paso de la cirugía bariátrica.
“Nos encontramos con un paciente enfermo, joven, con muchísimas enfermedades que, de alguna manera, estaban programadas para causarle más daños en el futuro y más problemas de salud. Se estaba acortando su esperanza de vida”, explica a HolaDoctor el cirujano bariatra. “Para ser honesto, me quedé sorprendido por las dimensiones, estamos hablando de un hombre de casi 600 kilos (1,322 libras). Era una bomba de tiempo”.
Otro de los obstáculos que debió sortear Franco fue movilizarse: Gastric Bypass Mexico, la clínica donde lo atendería Castañeda está en la ciudad de Guadalajara, a dos horas y media de su hogar, en el estado de Aguascalientes. Para poder trasladarlo tuvieron que acondicionar un camión y, una vez en el hospital, tuvieron que hacer adaptaciones a una cama para que lo soportara y buscar una balanza industrial que sirviera para pesarlo.
Más que el mismo sobrepeso y sus implicaciones, lo más difícil de manejar han sido sus emociones. Desde que era niño ha recibido críticas por no poner de su parte para adelgazar. Dice que las heridas son fáciles de curar, mientras que lo emocional es diferente. Por eso entre las diferentes terapias que recibe está el acompañamiento psicológico.
“Mucha gente piensa: 'Ay, es que no luchaste'. 'Ay, ¿cuándo te decidiste a bajar de peso? No es que hubo un día para decidirme a bajar de peso, toda mi vida he estado luchando con esto. No toda la gente entiende, piensan que estás así porque quieres, pero no, esto es una enfermedad y nací con ella”, dice el joven. Hasta ahora, no hay una explicación médica para su obesidad.
Y comenzaron los cambios
El procedimiento indicado para el cuadro que presentaba Franco era una derivación biliopancreática, tipo bypass, que debió llevarse a cabo en dos etapas, debido a su obesidad extrema. Primero, en mayo de 2017, le hicieron una manga gástrica que redujo el 80% de su estómago. Luego, en noviembre de ese mismo año, le hicieron un bypass gástrico.
Para noviembre de 2018, justo dos años después de haber comenzado el tratamiento, la báscula marcaba 670.2 libras, es decir, quien fuera el hombre más gordo del mundo había perdido casi la mitad de su peso. Los resultados están a la vista: Juan Pedro puede caminar (cada día hace tres caminatas de 400 a 500 pasos), tiene mejor calidad de sueño, hace ejercicios con asistencia de un especialista y se baña solo.
Aún es un paciente con obesidad mórbida. Le hicieron la tercera cirugía bariátrica para restringir más la capacidad gástrica y poder bajar entre 220 y 330 libras más. La meta es que sea como cualquier persona normal, que tenga calidad de vida. Para más adelante los médicos esperan que se le pueda quitar el exceso de piel con una cirugía plástica y, al tener un estilo de vida saludable, eliminar los medicamentos como los que toma para controlar la presión arterial y la diabetes.
“En México somos el país número uno en obesidad infantil, a nivel mundial, y el segundo en obesidad. Nunca en la historia de la humanidad se había manejado un paciente de estas dimensiones. Por eso es importante mostrar el problema de la obesidad, que nos está atacando incluso más que el tabaco”, afirma Castañeda. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, siete de cada diez adultos padecen sobrepeso u obesidad en la nación.
A finales de este año Franco volverá a su casa en Aguascalientes, luego de dos años residenciado en Guadalajara. Se siente motivado “y vamos echándole ganas para seguir adelante”.
Franco está enfocado en seguir las indicaciones de sus médicos: llevar una dieta saludable, tomar sus medicamentos, ejercitarse y hacerse revisiones y exámenes periódicamente. Una de las razones por las que le gusta dar entrevistas es que así puede hacer un llamado de conciencia sobre el tratamiento para la obesidad: “No es que te operan y bajas. Puedes volver a subir después de la cirugía, si no te cuidas. Que la gente no piense que esto es magia”.
Entre los planes de Juan Pedro está formar una fundación para apoyar a personas que estén en una situación similar a la suya: “No hay lugar para tratarlos, no hay camillas, no hay ambulancias. He tenido amigos que han fallecido porque no hay como trasladarlos a un hospital”. Su meta es que muchos se sumen a su causa y poder cambiar esta realidad.
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