Con el estreno de Star Wars: the Force Awakens, los cines están recibiendo a miles de fanáticos, miembros sin membrecía de cultos a películas cuyas historias transcurren a lo largo de décadas. Los fans no forman parte de una audiencia convencional: estudios indican que tienen características que los define como tales.
De acuerdo con un trabajo de la Arcadia University, el fan se diferencia del consumidor común en que interactúa de otra manera con el producto por el que siente fanatismo.
El objeto de su fanatismo, indica, transgrede las fronteras de la ficción y forma parte de su vida. Un ejemplo, la foto abajo (Getty Images) de dos fans de Star Wars, los australianos Andrew Porters y Caroline Ritters, quienes decidieron casarse y cortar la torta en la entrada del teatro chino el 17 de diciembre, el día del estreno.
El estudio analiza al fan de las películas y concluye que no se trata sólo de disfrutar de una película que les gusta, sino de formar parte de una red mundial de conocidos y desconocidos que tienen algo en común: el profundo amor por la saga.
El grupo comparte una sensibilidad particular por los contenidos, la historia, los personajes de la película que es objeto de culto, pero también los convoca —al menos a los fans más grandes— la nostalgia. En la foto abajo (Getty Images) dos fans vestidos como Obi-Wan Kenobi y Kylo Ren en Los Ángeles.
Según explicó a la cadena CNN el doctor Clay Routledge, psicólogo social, es justamente la nostalgia la "verdadera fuerza tras la fuerza que despierta". Para el profesor de la North Dakota State University, la nostalgia, a veces un sentimiento positivo, a veces amargo, se define como una añoranza por algo que fue muy importante en el pasado y que no está presente todo el tiempo en nuestras vidas.
Lo positivo de la nostalgia es que genera una conexión única entre los fans, quienes además de alegría sienten que pertenecen a un grupo. El acto de reconocerse construye lazos indelebles. En la foto abajo (Getty Images), un grupo del Twin Suns Star Wars Club, en Las Vegas.
El fanatismo por una serie de TV como The Walking Dead, The X-Files o The Twilight Zone, o por películas como Star Wars o Twilight son como antorchas que pasan de generación en generación. Padres e hijos comparten un amor de ficción, que genera, según explican los expertos, una unidad generacional.
El fan no conoce de absurdos, se disfraza, espera bajo una lluvia torrencial que abra el cine, forma parte de clubs que ama a robots, todo vale: es un amor que no se celebra en San Valentín, pero que definitivamente es para siempre.