Muchas personas ni se inmutan con una escena infeliz y son la mayoría (80%) pero otros mojan varios pañuelos frente a la pantalla o cuando le cuentan algo muy triste: no pueden detenerse porque tienen un cerebro altamente sensible para responder a las imágenes emocionales.
Los científicos del Stony Brook University y un equipo de investigadores de la Universidad de California, Albert Einstein College of Medicine y Monmouth University dicen que aproximadamente el 20% de la población se ve afectada por la “Sensibilidad de Procesamiento Sensorial (SPS)”, un rasgo innato asociado con una mayor sensibilidad o capacidad de respuesta a los estímulos ambientales y sociales.
El estudio que explica este hallazgo fue publicado en Brain and Behavior, donde los científicos observaron que la resonancia magnética funcional (fMRI por su sigla en inglés) del cerebro proporciona evidencia de que hay algunos que son "altamente sensibles" y responden en forma intensa ante situaciones sentimentales.
Según el Arthur Aron, uno de los autores, el rasgo de estas personas está asociado con comportamientos identificables, con sus genes, sus reacciones fisiológicas y sus patrones de activación cerebral.
Préstame un pañuelo
Las personas altamente sensibles tienden a mostrar mayor conciencia a los estímulos sutiles, procesan la información más a fondo, y son más reactivas a los estímulos positivos y negativos, dicen los investigadores. En cambio, la mayoría de las personas tiene SPS en un nivel bajo, y prestan menos atención a las situaciones tristes, y no son tan emocionalmente reactivos.
Hay evidencia física en el cerebro que indica quiénes son hipersensibles. "Encontramos que en las áreas del cerebro involucradas con la conciencia y la emoción, (sobre todo las relacionadas con los sentimientos de empatía) de las personas altamente sensibles, se observó un mayor flujo de sangre que el que se vio en individuos con baja sensibilidad", dijo el Dr. Aron.
¿Por qué lloramos? Según la Biblioteca Nacional de Medicina lo hacemos por motivos biológicos, ya que cuando lloramos se limpia el lagrimal, se consigue una adecuada hidratación del ojo y se liberan hormonas del bienestar. Por lo que, además de mantener sanos nuestros ojos, ayudamos a mantener equilibradas nuestras emociones.
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