La dieta keto puede cambiar los intestinos ¿de qué forma?

Se dice que la dieta cetogénica (o keto), que continúa siendo  popular, convierte la grasa en combustible. Pero un nuevo estudio señala que también podría cambiar la inmensa variedad de microbios que residen en los intestinos (el microbioma).

Esto podría ser algo bueno, ya que esos cambios podrían al final fortalecer al sistema inmunitario al reducir la inflamación, afirman los investigadores de este estudio.

La dieta keto puede cambiar los intestinos ¿de qué forma?
| Foto: GETTY IMAGES

La dieta cetogénica, que restringe rigurosamente los carbohidratos y enfatiza las grasas y la proteína, se ha publicitado como una forma de controlar la epilepsia, la diabetes y las cinturas en expansión. Pero a pesar de su creciente popularidad, sigue siendo controversial, y hay mucho que no se sabe sobre su impacto real en la salud.

Sin embargo, aún genera controversia. Algunos especialistas en nutrición consideran  la dieta keto tiene desventajas. Una de ellas es que aunque es popular porque ayuda a controlar el apetito, debido a una sensación de saciedad, los beneficios que se observan al principio en general menguan con el tiempo. Además, algunas personas que siguen esta dieta terminan con un aumento en los factores de rieso de cardiopatías.  

Los nuevos hallazgos provienen de un estudio de dos meses que monitorizó los cambios relacionados con la dieta en el contenido del microbioma de 17 hombres con sobrepeso u obesos,  y con unas pruebas de seguimiento en ratones.

Peter Turnbaugh, profesor asociado de microbiología e inmunología de la Universidad de California, en San Francisco, dijo que si bien ha habido mucho trabajo sobre las dietas cetogénicas, no se sabía mucho sobre cómo este tipo de dieta difiere de otras dietas ricas en grasa, cómo afectan exactamente a los microbios, ni si esos cambios inducidos por la dieta en los microbios intestinales son importantes o no.

Cómo se hizo la prueba

Turnbaugh y sus colabores primero asignaron a la mitad de los hombres a una dieta occidental "estándar" compuesta de un 50 por ciento de carbohidratos, un 15 por ciento de proteína y un 35 por ciento de grasa.

La otra mitad comenzó una dieta cetogénica compuesta de un 5 por ciento de carbohidratos, un 15 por ciento de proteína y un 80 por ciento de grasa. Tras un mes, los dos grupos se intercambiaron.

Unos análisis de muestras de heces revelaron que cuando los participantes pasaron a la dieta cetogénica experimentaron  "cambios significativos" en los niveles de 19 "familias" bacterianas.

Entonces, los investigadores extrajeron muestras microbianas de los intestinos del grupo de la dieta cetogénica y los insertaron en los intestinos de ratones. El resultado fue una reducción en los niveles de una célula crítica que lucha contra las infecciones, que también se sabe que fomenta la inflamación en las enfermedades autoinmunes.

Entonces, los ratones fueron expuestos a opciones de dietas cetogénicas bajas en grasa, altas en grasa y bajas en carbohidratos, con un contenido de grasa que aumentó, respectivamente, de un 12 por ciento a un 75 por ciento y a un 90 por ciento. Y esos resultados fueron sorprendentes, en varios niveles, según los investigadores.

En primer lugar, los niveles de microbios intestinales que aumentaban con una dieta relativamente rica en grasa en realidad se reducían con la dieta cetogénica baja en carbohidratos, y viceversa.

Esto sugiere que el microbioma responde de forma distinta a medida que la grasa dietética aumenta a niveles que fomentan las cetonas cuando se restringen los carbohidratos.

Y aunque los ratones tanto en la dieta rica en grasa como la dieta cetogénica aumentaron más de peso que los que consumieron una dieta baja en grasa, los que recibieron la dieta cetogénica aumentaron "significativamente menos" peso.

Cómo afecta la producción de cetonas

Los cuerpos cetónicos son sustancias producidas en nuestro cuerpo cuando nuestras células no tienen acceso a los carbohidratos dietéticos, por ejemplo cuando se sigue una dieta cetogénica. Esto obliga al cuerpo a usar las reservas de grasa como energía, en lugar de los carbohidratos. Y los científicos saben que un producto secundario de ese cambio es un aumento constante en la producción de cetonas.

Turnbaugh y sus colaboradores descubrieron que, en los ratones, un aumento gradual en los niveles de cetonas (producido por una dieta cetogénica) se veía acompañado por un cambio gradual en la composición intestinal.

Y esto planteó la pregunta de si los niveles de cetonas por sí solos, independientemente de la dieta, también alteran la composición intestinal. Turnbaugh apuntó que una investigación posterior con ratones sugiere que la respuesta es que sí. "Los cuerpos cetónicos pueden afectar de forma directa a las bacterias intestinales incluso en ausencia de la dieta completa".

Aun así, Turnbaugh advirtió que "es probable que [la iniciativa actual] sea la punta del iceberg" en cuanto a una mejor comprensión de la compleja interacción entre la dieta cetogénica, los cuerpos cetónicos, el microbioma y el riesgo de enfermedad. El estudio tuvo un tamaño reducido, y se necesita más investigación.

Lona Sandon, que revisó los hallazgos, planteó una precaución similar. Sandon es profesora asistente de nutrición clínica en el Centro médico de la Universidad de Texas Southwestern, en Dallas.

"Me sorprende que la dieta cetogénica mostrara unos efectos potenciales en el microbioma intestinal que conducirían a una reducción de la inflamación en ratones", dijo Sandon. Añadió que investigaciones anteriores en realidad "sugieren que las dietas ricas en grasa y proteína son perjudiciales para el microbioma y aumentan la inflamación".

Sandon enfatizó que una dieta cetogénica tiene desventajas. Una es que aunque es popular porque "ayuda a controlar el apetito", las personas deben saber que los "beneficios que se observan al principio en general menguan con el tiempo", apuntó. Y advirtió que los pacientes a los que les recetan una dieta cetogénica para abordar otros problemas médicos "con frecuencia al final acaban con sobrepeso y con un aumento en los factores de riesgo cardiovasculares".

El estudio aparece en la edición del 20 de mayo de la revista Cell.

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