Cuando investigadores del Centro Médico Wolfson de la Universidad de Tel Aviv, en Israel, compararon dos regímenes de dieta (uno con un desayuno bajo en carbohidratos, y el otro rico en proteínas y carbohidratos), el grupo del postre con el desayuno perdió más peso tras ocho meses.
"Aunque la restricción dietaria con frecuencia resulta en una pérdida de peso inicial, la mayoría de personas obesas que hacen dieta no logran evitar recuperar el peso", dicen los autores del estudio.
Puntos clave
La pérdida de peso relacionada con la dieta con frecuencia provoca hambre y deseos de comer, también se produce grelina, una hormona que estimula el hambre, apuntaron. Esto podría fomentar el aumento de peso. Pero "un desayuno rico en proteínas y carbohidratos podría superar esos cambios compensatorios y prevenir la recaída de la obesidad", concluyeron.
Pero no todo es tan sencillo ni alentador: expertas en nutrición de Estados Unidos cuestionaron los beneficios de animar al consumo regular de alimentos dulces, ricos en calorías y pobres en nutrición.
"Una combinación de proteínas y carbohidratos podría haber mantenido satisfechos a los participantes del estudio, pero también hay que prestar atención a la calidad de los alimentos que se consumen", señaló la nutricionista clínica Lauren Graf, del Centro Médico Montefiore, en Nueva York. "No queremos animar a las personas a consumir muchas comidas con grasas trans, como las rosquillas, las galletas y los pasteles". Las grasas trans, que son aceites parcialmente hidrogenados que se encuentran en los productos horneados y de otros tipos, pueden aumentar los niveles de colesterol en sangre.
Samantha Heller, dietista registrada y coordinadora de nutrición clínica del Centro de Atención del Cáncer del Hospital Griffin en Derby, Connecticut, también expresó preocupación: "Cuando observamos lo que la gente come en el desayuno cereales cubiertos de chocolate y con miel. ¿No es eso lo mismo que un postre? Tanta gente ya come un postre de desayuno, y esto contribuye al aumento de peso, no a la pérdida".
Los carbohidratos refinados y los alimentos azucarados provocan un efecto de descontrol de la glucemia, la insulina, la energía, el apetito y la fatiga, añadió Heller. "Con el tiempo, esto aumenta el riesgo de ciertas enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2", advirtió.
Tras cuatro meses de prueba, los voluntarios de ambos grupos de prueba perdieron unos 15 kilos (33 libras). Sin embargo, durante los meses siguientes, los que comieron los desayunos bajos en carbohidratos recuperaron 10 kilos (22 libras) en promedio. Pero los que comieron postre con el desayuno siguieron perdiendo peso, en un promedio de casi 7 kilos (15 libras) más, según el estudio.
Los investigadores especularon que los que hicieron dietas con dulces en el desayuno tenían niveles más bajos de grelina, la hormona del hambre, de forma que no tenían tanta hambre y era menos probable que desearan los alimentos que ya habían comido temprano en el día.
Heller sospecha que comer una forma sana de proteína en cada comida y refrigerio probablemente ayudara a esas personas a sentirse llenas y a mantener sus niveles de glucemia constantes.
Graf apuntó que el estudio muestra que una dieta estricta baja en carbohidratos no es necesariamente el mejor método a largo plazo para la pérdida de peso. "Si le encantan los dulces, quizás comerlos una o dos veces a la semana esté bien, aunque no recomiendo alimentos procesados", añadió.
Los datos y conclusiones presentados en reuniones deben ser considerados como preliminares hasta que se publiquen en una revista médica revisada por profesionales.