Erik Sorto integra un grupo pequeño de personas en el mundo con unos diminutos implantes neurales, los dispositivos que los científicos esperan que en el futuro, controlen las máquinas sólo con el pensamiento. Y en ese campo se están produciendo grandes avances.
Sorto está paralizado desde el cuello hasta abajo del cuerpo, y es el primero en probar este nuevo tipo de dispositivo implantado en el cerebro que le permite controlar un brazo robótico utilizando la parte de su cerebro que marca la intención.
Otros pacientes han controlado las máquinas con sus pensamientos -como Ene Scheuermann, que utilizó un dispositivo desarrollado en la Universidad de Pittsburgh- y fue el primero en utilizar su brazo robótico para comer chocolate.
Pero la gran diferencia con este desarrollo parece estar en la zona donde va el implante. En este caso, el dispositivo va en la parte del cerebro que controla la intención, (que se encuentra en la corteza parietal posterior), en lugar estar en la zona que controla el movimiento. De este modo, se logra una mayor rapidez en la respuesta.
"La esperanza es que este dispositivo sea más fácil y rápido de usar, dijo a NBC News el Dr. Richard Andersen, profesor de neurociencia en Caltech, del Instituto Tecnológico de California, quien dirigió el estudio.
Sorto está logrando que el brazo robótico le obedezca y expresó que “dejó caer la cerveza sólo una vez, y luego pude tomarla sin problema”
Robots que mejoran vidas
Una nueva vida puede comenzar para un paciente como éste, donde hasta expresar sus sentimientos le estaba vedado. "A los 16 días de la cirugía fue capaz de hacer movimientos, tales como dar un apretón de manos por ejemplo" agregó Andersen.
Además, con la ayuda de su prótesis neural, más el brazo robótico, Eric es ahora capaz de ejecutar tareas avanzadas con su mente, como controlar la licuadora y prepararse un batido.
"Cuando mueve el brazo, el paciente no piensa en que los músculos se activan y en los detalles del movimiento, más que nada piensa en el objetivo, se le pide que imagine la acción en su conjunto", dijo Andersen en un comunicado.
Sorto es de Los Ángeles, tiene 34 años y está paralizado desde que recibió un disparo a los 21 años. Aunque está feliz con el avance, dice que el dispositivo no es completamente fácil de usar. "Tengo que pensar en todo el proceso, que es: extender la mano, agarrar el vaso, llevarlo a mi boca y beber ", dijo a NBC News.
Erik pondrá a prueba el dispositivo durante 3 años, y cree que si la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) aprueba el desarrollo, intentará otras acciones simples pero increíbles para él, como lavarse los dientes por su propia cuenta.