Muchas personas tal vez estarían dispuestas a cambiar su costumbre de estrechar la mano si supieran que es un momento apto para la propagación de bacterias y enfermedades, según un estudio publicado en American Journal of Infection Control.
La investigación realizada por la Universidad de Aberystwyth, en Reino Unido, encontró que en cambio, los golpes de puño en el que dos personas sólo tocan brevemente la parte superior de sus manos cerradas juntas, evita hasta el 90% de las bacterias que se transmiten en los apretones de manos.
"La gente rara vez piensa en las consecuencias para la salud de darse la mano" dijo David Whitworth, co-autor del estudio. En cambio, "si el público en general se podría saludar a golpes de puño, se reduce el potencial de propagación de enfermedades infecciosas", agregó.
Los científicos analizaron los guantes de los participantes del estudio, que se habían recubierto a fondo con una película de bacterias no patógenas de E. coli. A continuación, un grupo se estrechó las manos de diversas maneras, mientras que el resto chocó palmas y puños. Al finalizar, examinaron la cantidad de bacterias transferidas en las distintas acciones.
Así observaron que dar la mano transmite más gérmenes porque da lugar a una mayor área de contacto entre éstas, pero la fuerza y la duración de los apretones también juegan un papel importante, señalaron los investigadores. "La transmisión es mayor al aumentar la duración y el agarre de las manos” expresó el autor principal.
El hecho de dar la mano o apretarla es una costumbre que proviene de la Edad Media. Los caballeros daban la mano contraria al lugar donde llevaba la espada, que solía ir colgada a la izquierda, asegurando implícitamente al otro que no lo iba a atacar. Por eso, estaba mal visto dar la mano izquierda, era considerado como un símbolo de traición.
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