El primer caso de Zika contraído en territorio estadounidense ha sido el de un bebé que nació en Hawaii. La madre había informado a sus médicos que durante una estadía en Brasil —epicentro de la epidemia con un número de casos que alcanzaría los 1.5 millones— se había infectado con este virus y que se había recuperado.
Al parecer, recibió controles estrictos durante su embarazo pero el virus se pudo detectar con el niño ya nacido.
Al Zika lo trasmite el mosquito Aedes, el mismo del dengue y el chikungunya. Pero, a diferencia de sus primos hermanos, genera síntomas más graves y causa microcefalia, una condición por la cual los bebés nacen con cabezas más pequeñas y que está relacionada con problemas en el crecimiento y el desarrollo.
De acuerdo con un comunicado del Departamento de Salud de Hawaii, la madre y el niño no representan un riesgo para la salud pública.
Este estado está luchando con la peor epidemia de dengue en décadas, con más de 200 casos entre septiembre y diciembre del 2015.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que la epidemia de Zika es de las mayores que han ocurrido en los últimos tiempos, aunque es difícil tener cifras claras de las personas afectadas porque muchos no se enferman o no llegan a recibir atención médica.
Mientras ya comenzó la carrera en los laboratorios por encontrar una vacuna preventiva, la mejor prevención por ahora, es evitar la picadura del mosquito.
Los CDC indican que una de cada 5 personas que se infecta con el virus Zika, se enferma. No hay vacuna ni medicina para prevenir al Zika, la única forma es evitando la picadura de un mosquito. El tratamiento es similar al de un cuadro febril común: mucho reposo, tomar líquido para prevenir la deshidratación, tomar medicinas como acetaminofeno o paracetamol para reducir el dolor corporal.
De acuerdo con el Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC), el primer brote de virus Zika registrado en el mundo ocurrió en Indonesia en 1978.