Llegas cansado del trabajo y vas directo a buscar algo rico en el refrigerador, un bocadillo dulce o salado que tarde o temprano atentará contra tu cintura, pero que en el momento sientes como una “recompensa”. O tal vez te levantas en medio de la noche para picotear algo.
Un nuevo estudio revela que la culpa la tienen las hormonas del hambre. Los investigadores creen que las horas de la noche son un factor de riesgo para cualquier dieta, ya que experimentamos alteraciones en los niveles de hormonas que influyen en el apetito y nos llevan a comer de más.
Según la investigación, el estrés aumenta los niveles de hambre por la noche. Pero puede haber una solución a este problema: comer más temprano.
El estudio, realizado por investigadores de la Escuela de Medicina Johns Hopkins en Baltimore, y la Escuela de Medicina Mount Sinaí Icahn en Nueva York, fue publicado recientemente en International Journal of Obesity, e incluyó a 32 adultos con sobrepeso, de entre 18 y 50 años.
El objetivo general era determinar cómo la hora del día afecta el apetito y si el estrés podría desempeñar un papel importante.
Se le pidió a cada uno de ellos que participara en dos experimentos. El primero requirió que ayunaran durante 8 horas antes de recibir una "comida líquida", que constaba de 608 calorías, a las 9 a.m.
Para el segundo experimento, nuevamente se pidió a los participantes que ayunaran durante 8 horas, pero esta vez, consumieron la comida líquida a las 4 p.m.
La hora del día incide en el apetito
Alrededor de 130 minutos después de cada comida, todos los participantes se sometieron a una prueba de estrés. Y se les ofreció un buffet de comida y bebida, 30 minutos después de que comenzara la prueba de estrés.
También se les pidió que reportaran sus niveles de hambre y de plenitud antes de cada experimento.
En general, los participantes informaron mayor hambre y menor plenitud en la noche que en la mañana.
Los niveles de ghrelina, que es la hormona que estimula el apetito, fueron mayores después del consumo de la comida de la tarde en comparación con la comida de la mañana, mientras que los niveles de PYY, que es una hormona que reduce el apetito, fueron más bajos en la tarde. También el cortisol, la hormona del estrés, fue mayor en la tarde y noche que en la mañana.
Así, los científicos hallaron que dos factores nos juegan en contra al anochecer: el estrés acumulado del día y el hecho de comer tarde. "Comer tarde en el día es común, y el estrés acumulado puede inducir a comer", informaron los investigadores.
Lo ideal, para evitar los excesos sería comer más temprano y encontrar formas alternativas de lidiar con el estrés.