Según un estudio publicado recientemente en PloS ONE, investigadores de la universidad inglesa de Westminster sometieron a un grupo de voluntarios a tareas que les provocaban estrés. Luego se les pidió evaluar qué cuerpos femeninos encontraban más atractivos, entre los que había desde mujeres raquíticas hasta obesas.
Cuando se compararon los resultados con los obtenidos entre 40 hombres sin estrés, se observó que los estresados preferían mujeres más corpulentas.
Puntos clave
"Nuestras preferencias respecto del tamaño del cuerpo son flexibles y pueden cambiar según el entorno y la circunstancia”, explica Martin Tovee, uno de los autores del estudio. "Necesitamos entender los factores que hacen elegir uno u otro tipo de cuerpo”. En este caso, parece ser que el estrés altera el estereotipo clásico de que los hombres prefieren, en general, a mujeres delgadas.
"El estrés, ya sea agudo o crónico, tiene mucho efecto en la forma de procesar la nueva información cognitiva y emocional”, explica el doctor Igor Galynker, del departamento de siquiatría y ciencias del comportamiento del centro médico Beth Israel. De hecho, ya hay estudios que demostraron que los hombres prefieren mujeres más voluminosas cuando la obtención de recursos es impredecible o escasa. "Si se vive en un entorno donde la comida escasea, tener más peso significa tener grasas de reserva, y supone estar más alto en la escala social”, explica Tovee. "En esas circunstancias, estas serían cualidades atractivas en una pareja", agrega.
Algunas teorías de la evolución sugieren que en tiempos de escasez, una mujer delgada podría sería enfermiza, con períodos irregulares y hasta incapaz de llevar adelante un embarazo. Si es que el hombre está programado para asegurar su supervivencia, la mejor manera es asegurarse la perpetuidad de la especie con una compañera saludable. Y en estos casos, un cuerpo con redondeces sería una señal de buena salud.
LaVenus de Willendorf, de la época paleolítica, demuestra que en aquellos tiempos el ideal de belleza era el de senos grandes y turgentes y un vientre grande, capaz de albergar a esa cría que perpetuaría la especie. Lo bello y erótico era lo fértil, lo que les permitía seguir existiendo.
Por el momento se busca entender que factores influyen en las preferencias de las personas, y estos datos servirían para tratar los desórdenes en la imagen corporal. Si estas preferencias son flexibles, la delgadez no seria el ideal como pensamos. "Esta información podría ser útil en las terapias de ansiedad y desórdenes alimentarios", concluye Galynker.
Los datos obtenidos son una alternativa para las mujeres que piensan “Soy gorda, ningún hombre me va a encontrar atractiva”. De todos modos, según los estudios actuales, no hay nada mejor que llevar una dieta sana, tener un razonable índice de masa corporal (IMC) y una vida activa, para evitar enfermedades que impliquen riesgos para la salud.