Muchos estadounidenses dejan de lado el azúcar y recurren a los edulcorantes artificiales para cuidar su figura, pero nada asegura que sea lo mejor para su salud. De hecho, un nuevo estudio da evidencia de sus efectos negativos, aún aquellos endulzantes que no aportan calorías.
Susan E. Swithers y Terry Davidson, del Departamento de Psicología de la Universidad de Purdue, realizaron una serie de investigaciones con roedores y humanos para evaluar su comportamiento tras el consumo de bebidas endulzadas con azúcar o edulcorantes.
En los Estados Unidos, el 30 % de los adultos y el 15% de lo niños consumen este tipo de endulzantes. Estos son cientos de veces más dulces que el azúcar, pero con pocas o ninguna caloría. Sin embargo, los estudios demostraron que el consumo de bebidas endulzadas artificialmente también se asocian con las enfermedades relacionadas con la obesidad, aun si se consume solo una al día.
El estudio de estos expertos de Purdue, titulado “Una aproximación pavloviana al problema de la obesidad” fue publicado en el Journal Internacional de Obesidad. El mismo sostiene que los edulcorantes artificiales pueden interferir en la habilidad natural que tiene el organismo de computar las calorías en base al dulzor de los alimentos. Así como los perros de Pavlov aprendieron a relacionar el sonido de una campana con la comida, la gente aprende que el sabor de algo dulce y viscoso tiene muchas calorías y se debe controlar su ingesta. El cuerpo podría usar esta información para determinar cuanta comida necesita para alcanzar sus necesidades nutricionales.
En los últimos años, los estadounidenses han aumentado paulatinamente el consumo de productos endulzados artificialmente. En el caso de las bebidas, se propician conductas permisivas y nocivas para la salud, ya que al elegir un menú, quien consume una soda dietética supone que tiene “permiso” para combinarla con una hamburguesa llena de grasas y calorías. En este caso, los endulzantes artificiales no hacen más que favorecer el consumo de calorías y la suba de peso, lo que constituye una verdadera incongruencia.