Luego del feroz ataque en Afganistán, parecía que todo estaba perdido para el soldado Hernández: apenas miraron su pierna destruida, los médicos recomendaron la amputación.
Sin embargo, el destino le marcó un rumbo distinto. Médicos del Instituto McGowan de Medicina Regenerativa de la Universidad de Pittsburgh le ofrecieron un tratamiento experimental, y trabajaron arduamente en su pierna, implantando en lo que quedaba de músculo un cóctel de proteínas y hormonas de crecimiento derivados de vesícula biliar de cerdo.
Puntos clave
- Hernández trasladaba una TV cuando explotó un mortero enemigo en Afganistán.
- Su pierna derecha quedó destruida, perdió el 70% de su masa muscular.
- El implante de hormona de cerdo regeneró el tejido muscular casi en un 100%.
El tratamiento, que financió el Departamento de Defensa, fue un éxito y abre una ventana de esperanza para miles de soldados que sufren la amputación de miembros luego de lesiones en combate.
Los doctores Stephen Badylak y Peter Rubin lograron implantar en el 30% de músculo remanente de la pierna de Hernández una suerte de matriz, llamada “matriz extracelular proteica”, que impulsó la regeneración del tejido muscular. Es decir, reconstruyó el tejido perdido, como explica en un comunicado en su sitio web el Instituto McGowan. Y lo reconstruyó con todas sus ramificaciones y tendones.
Ambos médicos describieron el procedimiento como una “magnífica recuperación”. Y como un antes y un después en la historia de estos tratamientos. Usualmente, el músculo esquelético no se regenera luego de un accidente.
Un antecedente de este tipo de terapias se realizó en 2010 en la Universidad de Columbia, pero con conejos, en los que se logró reconstruir huesos dañados. Los médicos que trataron a Hernández dicen que hacen falta profundizar en estas experiencias, para convertirlas en una opción de tratamiento habitual en soldados víctimas de graves heridas.
Hernández estaba llevando un televisor a un camión en Afganistán, preparándose junto con su batallón para iniciar un viaje, cuando explotó un mortero enemigo, a principios de 2010. El televisor protegió la parte superior de su cuerpo, pero sus brazos y piernas resultaron dañadas, especialmente la pierna derecha, que quedó prácticamente destruida.
Desde que se realizó el tratamiento experimental, semanas después del ataque, Hernández ha recuperado músculo y fortaleza en su pierna derecha. Y ha vuelto a caminar.
Esta experiencia forma parte de una inversión de $70 millones de dólares del Departamento de Defensa en la investigación de nuevas terapias regenerativas.