Cuando se piensa en tuberculosis (TB), no se piensa en huesos. Y viceversa. Sin embargo, las dos palabras se encuentran en un afección que debe reconocerse temprano para lograr un tratamiento exitoso, sin secuelas.
La tuberculosis ósea es una forma de la infección que se propaga más allá de los pulmones y afecta los huesos. Proviene de la misma TB que primero impacta en las vías respiratorias, y que puede alcanzar huesos y articulaciones.
La TB es causada por una bacteria llamada Mycobacterium tuberculosis. Estas bacterias por lo general atacan a los pulmones, pero también pueden atacar otras partes del cuerpo, como los huesos, riñones, la columna vertebral y el cerebro.
No todas las personas infectadas por las bacterias de la tuberculosis se enferman. Por eso, existen dos afecciones relacionadas con la tuberculosis: la infección de tuberculosis latente (LTBI, por sus siglas en inglés) y la enfermedad de tuberculosis.
Si no se trata adecuadamente, la tuberculosis puede ser mortal.
Una forma frecuente de la tuberculosis ósea es la enfermedad de Pott, que es la tuberculosis que afecta a la columna vertebral.
En Latinoamérica, la incidencia de la TB varía dependiendo del país: Brasil, Perú y México suman casi el 50% de los casos de la región. En todo el hemisferio, el problema de la resistencia a los antibióticos es una crisis que se agrava. De hecho, se ha registrado un aumento de la enfermedad de Pott por esta razón.
Cifras publicadas en 2021 muestran que hay un resurgimiento de la TB en Latinoamérica y, por ende, un riesgo mayor de infecciones asociadas con la diseminación de la bacteria en otras partes del cuerpo.
En Estados Unidos se diagnostican unos 8,300 casos anuales de TB (en base a los datos que reportan 60 jurisdicciones), y se estima que unas 13 millones de personas viven con la forma latente de la infección.
Casi una cuarta, el 21%, de las TB diagnosticadas en Estados Unidos son infecciones expandidas más allá de los pulmones. En 2020, el 9% de estas infecciones extrapulmonares estaban en los huesos, articulaciones o columna vertebral.
Las personas que tienen la infección latente no presentan sintomas. Pero los que sufren la infección activa suelen desarrollar:
- Tos intensa que dura tres semanas o más
- Dolor en el pecho
- Tos con sangre o esputo (flema que sale desde el fondo de los pulmones)
- Debilidad o fatiga
- Pérdida de peso
- Falta de apetito
- Escalofríos
- Fiebre
- Sudores nocturnos
La tuberculosis de los huesos es difícil de diagnosticar. Especialmente porque los síntomas se desarrollan a lo largo de bastante tiempo.
La forma de prevenir esta diseminación de la infección es tratando la TB de manera precoz y siguiendo al pie de la letra el tratamiento. Suelen ser terapias antibióticas extensas, y se las debe respetar para prevenir desarrollar resistencia al medicamento. La resistencia bacteriana no solo perjudica la cura, sino que limita el espectro de fármacos que eventualmente se pueden utilizar en el futuro si la enfermedad vuelve a aparecer.
Esta historia se produjo utilizando contenido de estudios o informes originales, y de otras investigaciones médicas y fuentes de salud, y salud pública, destacadas en enlaces relacionados a lo largo del artículo.