Aunque los datos sobre las muertes y hospitalizaciones de niños a causa de la influeza siguen siendo preocupantes, los expertos advierten a los padres que no entren en pánico.
El saber cuáles son los niños más propensos a experimentar complicaciones graves a causa de la influenza y el tomar las medidas de protección más eficaces para toda la familia puede contribuir en gran medida a reducir los riesgos para tu hijo. Ten en cuenta que la gran mayoría de los más jóvenes se recuperan rápidamente. Pero, para asegurarte de que esto suceda, esto es lo que todos los padres deben saber:
1. Asegúrate de que estén vacunados
La vacuna contra la influenza es el paso más importante para proteger a los niños de la influenza, y no es demasiado tarde para que se vacunen (y tú también) si aún no lo han hecho. Llama al consultorio de tu médico o a la farmacia y asegúrate de que la vacuna esté disponible.
Ten en cuenta que solo algunos estados permiten que los niños sean vacunados en las farmacias, llama al consultorio de tu médico o al departamento de salud local si no estás seguro.
No te desanimes por los informes de la baja eficacia de la vacuna contra la influenza de este año, dice Wendy Sue Swanson, M.D., pediatra del Seattle Children´s Hospital. (Las estimaciones iniciales por parte de los funcionarios de gobierno sugieren que la vacuna puede ser aproximadamente un 30% eficaz contra la cepa H3N2).
Como señala Swanson, esto significa que aproximadamente una de cada 3 personas, incluidos los niños, que reciben la vacuna contra la influenza, no contraerán la enfermedad.
Si los niños vacunados contraen la influenza de todos modos, es probable que esta sea más leve: un estudio del 2016 que analizó las últimas temporadas de influenza en Ontario en Canadá, encontró que la vacunación reducía la probabilidad de que un niño fuera hospitalizado por influenza. Además, la vacuna contra la influenza es generalmente más eficaz contra las cepas que circulan más adelante en la temporada.
Estos son detalles clave sobre la vacuna contra la influenza para niños de distintas edades:
Los bebés menores de 6 meses no pueden ser vacunados contra la influenza. Pero las mujeres embarazadas pueden y deberían hacerlo. Las mujeres embarazadas no solo están en mayor riesgo de sufrir complicaciones a causa de la influenza, sino que la vacuna les proporciona inmunidad, la cual pueden transmitir a sus recién nacidos.
Cualquier persona que entre en contacto con niños de cualquier edad, pero especialmente con bebés, debe vacunarse contra la influenza, dice Elizabeth Murray, M.D., médico de urgencias pediátricas en la Universidad de Rochester. Esto incluye a los miembros de la familia, cuidadores, familiares y amigos.
Los niños entre 6 y 8 meses de edad deben recibir 2 dosis de la vacuna contra la influenza la primera vez que reciben la vacuna. Los niños también deben recibir 2 dosis si fueron vacunados anteriormente pero solo recibieron una dosis.
Asegurarse de que estos niños reciban ambas dosis, que se administran con 28 días de diferencia. Los niños de este grupo que solamente reciben la primera vacuna pueden tener una menor o posiblemente ninguna protección contra la influenza.
Los niños mayores de 8 años necesitan una dosis única de la vacuna de la influenza cada año, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
2. Hábitos de higiene que funcionan
Mantén las manos limpias. Si la vacuna contra la influenza es la mejor manera de proteger a los niños contra la influenza, “la segunda mejor manera es lavarse las manos de forma diligente”, dice Murray.
Anima a los niños (y a los adultos) a lavarse la manos antes de comer y a mantener las manos alejadas de los ojos, la nariz y la boca. Murray sugiere llevar a cabo una rutina para que todos se laven las manos al volver a casa de la escuela o de hacer mandados. Y enséñales a los niños a lavarse las manos correctamente, por al menos 20 segundos con agua y jabón.
Toser de manera correcta. Los padres deben tratar de crear en sus hijos el hábito de toser tapándose la boca con el brazo y de cubrirse con pañuelos de papel al estornudar para evitar la propagación de gérmenes (y ellos deben hacer lo mismo).
3. Cómo tratar la influenza en los niños
Los síntomas de la influenza en los niños son en gran medida, los mismos que en los adultos, entre ellos la fiebre, tos, dolor de garganta, secreción nasal, dolores de cabeza y cuerpo y fatiga. Pero según los CDC, los niños que padecen de influenza son más propensos que los adultos a sufrir de vómitos o diarrea.
La mayoría de los niños se recuperan de la influenza en una semana o dos con el reposo, administración de líquidos y medicamentos para reducir la fiebre como el acetaminofeno (Tylenol o genérico), ibuprofeno (Advil o genérico) y naproxeno (Aleve o genérico) sin necesidad de atención médica.
Pero algunos, particularmente los menores de 5 años o que tienen problemas médicos subyacentes, pueden beneficiarse del tratamiento con medicamentos antivirales bajo receta médica, como el oseltamivir (Tamiflu y genérico) o el zanamivir (Relenza). Estos medicamentos han demostrado que acortan la enfermedad y reducen la probabilidad de hospitalización.
Debido a que los antivirales deben iniciarse dentro de las 48 horas siguientes al inicio de los síntomas de la influenza para lograr la máxima eficacia, llama a tu médico de inmediato si tu hijo se encuentra en una de las categorías anteriores y si se sospecha que tiene influenza.
Cuándo la gripe es una emergencia
Para los bebés muy pequeños – menores de 60 días de nacidos – la fiebre superior a 100.5° F a causa de cualquier enfermedad constituye una emergencia, dice Murray. De modo que, si la temperatura rectal de un niño es de 100.5° F o más, llévalo al consultorio del médico o a una sala de emergencias para su evaluación. (Para niños mayores de 60 días, la fiebre por sí sola no es una señal de emergencia médica).
Otros síntomas que justifican un viaje a la sala de emergencias en el caso de niños de cualquier edad: fiebre con sarpullido, deshidratación (los síntomas incluyen llanto sin lágrimas, ojos hundidos, labios resecos y agrietados, letargo o fatiga y en los bebés, pañales mojados con menos frecuencia y la fontanela hundida en la parte superior de la cabeza), que parezca estar insensible, tener vómitos severos, dolor o presión en el pecho o el abdomen y confusión.
Tanto los niños como los adultos que padecen de influenza y tienen dificultad para respirar deben dirigirse a la sala de emergencias. En los niños, puedes notar un color azulado en la piel o piel que parece que se estira en la caja torácica cuando respiran. También pueden resistirse a estar acostados pues esto les dificulta más la respiración. La cabeza de los bebés puede balancearse ligeramente al respirar, dice Murray.
Finalmente, las personas de todas las edades deben contactar a su médico o acudir a un centro de atención médica urgente o una sala de emergencias si parece que la enfermedad está disminuyendo, pero luego de pronto vuelve a empeorar con síntomas como nueva fiebre alta o tos. Estos podrían ser signos de una infección secundaria como neumonía.