¿Alguna vez te preguntaste que harías con un millón de dólares? Recientemente dos personas demostraron que harían con el suyo: pagar por una terapia génica que se muestra capaz de revertir el envejecimiento. La empresa responsable del tratamiento, Libella Gene Therapeutics, con sede en Manhattan, Kansas, informó que esto sería posible a partir de alargar los telómeros, el "reloj biológico" del cuerpo.
La propuesta no fue bien recibida por muchos científicos y especialistas de la ética, que advirtieron que el experimento no solo es dudoso, sino que también plantea preocupaciones en torno a la experimentación antienvejecimiento en humanos.
Los telómeros son los extremos de los cromosomas (estructuras que albergan la mayor parte de la información genética de un ser vivo), y se encargan de darles estabilidad. Desde que fueron descubiertos en la década del '70, se los comenzó a relacionar con el envejecimiento, ya que parecerían acortarse a medida que la persona envejece.
Sin embargo, al administrar un gen llamado TERT a las células, que a su vez produce una enzima de reconstrucción de telómeros llamada telomerasa, la compañía Libella cree que podría prevenir, retrasar o incluso revertir el envejecimiento.
"Los últimos 20 años de investigación se han dedicado a encontrar formas de inducir el gen de la telomerasa en las células, para alargar los telómeros y revertir el envejecimiento. Esta ha sido una lucha de proporciones casi inimaginables. Hemos desarrollado con éxito una terapia génica que puede hacer esto", aseguran en su página web.
El 21 de noviembre la compañía anunció que reclutaría pacientes para inyectar virus con las instrucciones genéticas que las células necesitan para fabricar la molécula involucrada en la extensión de los telómeros. La lista de ensayos publicada en octubre en clinictrials.gov muestra planes para tres experimentos vinculados, cada uno con cinco pacientes, dirigidos a la isquemia crítica de las extremidades, el Alzheimer y el envejecimiento.
Procedimiento polémico
El hecho de que la terapia pretenda llevarse a cabo en una clínica en Zipaquirá, al norte de Bogotá, Colombia, llamada IPS Arcasalud SAS, generó controversia en el mundo académico. En una entrevista para OneZero, Leigh Turner, bioético de la Universidad de Minnesota que estudia ensayos clínicos que comercializan terapias no comprobadas, afirmó que la compañía eligió salir del país para evitar a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estado Unidos (FDA), que se encarga de supervisa los ensayos clínicos.
"Aunque la compañía tiene su sede en EE. UU., han logrado encontrar una manera de evadir la ley federal, yendo a una jurisdicción donde es más fácil participar en esta actividad", señaló. También llamó la atención sobre otro aspecto de este ensayo: su increíble costo.
Según Turner, que se deba pagar un millón de dólares es alarmante, ya que la mayoría de los ensayos clínicos son gratuitos. Incluso muchos pagan a los participantes debido al compromiso de tiempo y los riesgos potenciales involucrados con recibir un tratamiento experimental.
Bill Andrews, biólogo molecular que desarrolló una terapia génica de telomerasa y le otorgó la licencia de la tecnología a Libella, justificó la tarifa en el mismo medio, explicando que a la compañía le cuesta "cientos de miles de dólares producir suficiente terapia genética para tratar a una persona". Respecto a la elección de la clínica fuera del país, el experto dijo que la instalación y el personal lo "impresionaron".
Este punto también fue justificado por el presidente de Libella, Jeff Mathis, quien en una entrevista para MIT Technology Review, declaró "Se necesita mucho más tiempo y es mucho más costoso hacer cualquier cosa en EE. UU. de manera oportuna".
Mathis también aseguró que dos pacientes ya pagaron la tarifa para participar en el estudio: una mujer de 90 años y un hombre de 79, ambos ciudadanos estadounidenses. Se estima que podrían recibir la terapia génica durante la segunda semana de enero de 2020.
Otro aspecto que desató polémica es que las empresas que buscan probar el enfoque de los telómeros a menudo señalan el trabajo de Maria Blasco, una científica española que informó que la terapia génica de alargamiento de los telómeros se mostró beneficiosa en ratones.
Sin embargo, la experta y directora del Centro Nacional de Investigación del Cáncer de España, también afirmó que "se deben hacer muchos más estudios" antes de intentar un experimento genético en personas. Sumado a esto, Turner señaló que Jorge Ulloa, el médico a cargo del tratamiento de Libella, es cirujano vascular y no un experto en trasferencia de genes.
Finalmente, tampoco está claro de dónde obtiene la compañía los virus necesarios para el tratamiento. Según MIT Technology Review, Virovek, una compañía de biotecnología de California identificada por varias fuentes como el proveedor de Libella, no respondió preguntas sobre si se había producido algún tratamiento.
De la misma forma en que influye en el envejecimiento, todo parece señalar que el tiempo será el que determine que sucederá con esta terapia.