5 formas efectivas de decir "no" y poner límites

Compras, reuniones, encuentros, compras, preparativos, organizaciones, más compras, nuestra agenda de fin de año ya no deja espacio ni para sentarse a pensar en nada más. Y aunque supuestamente debería ser el tiempo más “reflexivo” del año, no lo es. 

En su artículo, “5 formas comprobadas de decir no”, la autora Christine Carter, de “Greater Good in Action”, de la Universidad de Berkeley, en California, demuestra que el estrés de estos días podría quedar afuera si aprendemos a decir “no”.

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1. Decir “no” es más fácil si tienes una razón concreta. 

Si tu jefe te dice que necesita que te quedes trabajando hasta tarde pero tú ya tenías algo en mente para la noche, te será mucho más difícil decir “no” si tus razones son vagas o aparentemente poco importantes. Por el contrario, si tu excusa es concreta te será más fácil poner límites. Para ello algo que es muy útil es agendarte todo lo que tienes y quieres hacer en estos días: “Encontrarme a tomar un café con mi hermano”, “Ir de compras con mi familia”. Advertencia: no hace falta que a tu jefe le digas lo que vas a hacer, con sólo decirle con determinación: “No puedo, tengo otros planes”, será suficiente. 

2. Decirle “no” a un grupo no implica ganarse su antipatía.  

Muchos creen que negar a un pedido o invitación de un grupo es algo casi imposible por miedo a ser juzgado por todos. Según lo que opinan los psicólogos, la gente nos juzga menos veces de las que nosotros creemos. De hecho, la mayoría de las personas tiende a respetarnos aún más cuando les ponemos límites, porque implica que nos respetamos a nosotros mismos. Sugerencia: “Disculpen pero esta vez no podré participar”. Y listo.

3. Si no te sientes bien o estás cansado, piénsalo dos veces. 

A veces es tan fuerte nuestro deseo de divertirnos que pasamos por alto algo que es fundamental: ¿me siento bien como para ir a la fiesta? Ya sea porque estamos muy cansados o porque sospechamos que nos estamos enfermando, ambas son razones suficientes para imaginarnos cómo vamos a terminar la noche: en la cama, agotados, maldiciendo el momento en que decidimos ir a esa reunión o evento. Sugerencia: antes de decir “sí”, proyéctate al futuro para imaginar cómo vas a estar físicamente. Cómo excusarnos: “En este momento, quiero ir contigo a esa fiesta más que lo que puedes imaginar. Pero yo sé que después me voy a arrepentir. Puedo ver mi futuro y sé que, si voy a la fiesta, estaré demasiado cansado mañana”. 

4. A decir “no” se entrena. 

Según Sendhil Mullainathan, científico de Harvard, y el economista Eldar Shafir, explica la autora Christine Carter, “cuando uno tiene menos tiempo se hace más difícil manejar el poco tiempo que tenemos”. Y aunque parezca un juego de palabras, esto tiene bastante lógica. Al estar apurado, uno tiende a dar respuestas sin meditar. La solución: practicar las razones antes de que uno necesite darlas. Ejemplo: Si alguien te pide ayuda y sientes que no podrás dársela: “Me gustaría poder ayudarte, pero no puedo tomar más responsabilidades esta semana”. 

5. Si la propuesta no es ética, siempre di “no”. 

Posiblemente te haya pasado alguna vez de decir que “sí” a algo que sabes que no está bien. No tiene que ser algo terrible. Tal vez algún compañero de trabajo te pidió que lo cubrieras algún día sin decirle a tu jefe y aunque hubieras querido decir “no, no me quiero meter en problemas”, terminando diciendo un suave “y, sí”. Para la próxima vez, ya estarás preparado: en un estudio publicado en “Personality and Social Psychology Bulletin”, un grupo de psicólogos les pidieron a un grupo de personas que escribieran algo en un libro en la biblioteca. La mitad, aunque sabía que estaba mal, lo hizo. Peor si viene de alguien conocido. En estas situaciones, hay dos cosas que importan: tener compasión por la persona que está haciendo algo que no está bien y tu propia integridad. Cómo decirlo: “Lamento que estés haciendo esto y me gustaría poder ayudar. Pero no puedo mentirte. Para mí, la integridad es algo realmente importante”.

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