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Anatomía normal
El recto es la porción final del intestino grueso que vierte las heces del cuerpo a través del ano. Los ligamentos sujetan el recto en su posición y cuando estos ligamentos se debilitan, el recto puede salirse de su posición original, hacia abajo, atravesando el ano. Esta condición se denomina prolapso rectal.
Indicaciones
El prolapso rectal puede ser parcial, cuando compromete solamente a la mucosa o completo, cuando compromete a toda la pared del recto. Los niños que padecen de mielomeningocele o de extrofia de vejiga, así como los niños con fibrosis quística se encuentran bajo riesgo de sufrir este problema. Aunque no es muy común, el prolapso rectal también puede ser originado por una diarrea aguda o por la tensión causada por un estreñimiento.
En la mayoría de los casos de prolapso rectal, no hay necesidad de una corrección quirúrgica. Es bastante frecuente que el prolapso rectal en los lactantes desaparezca sin que sea necesaria la intervención.
La reparación del prolapso rectal es recomendable en aquellos pacientes que tienen un prolapso rectal continuo, del cual nunca se han recuperado o que no responde favorablemente al tratamiento de una condición subyacente.
Procedimiento
Se hace una incisión cerca de la base de la columna vertebral (coxis) y se identifican las estructuras de soporte del piso pélvico (perineales), mientras el paciente se encuentra bajo anestesia general y está profundamente dormido y sin sentir dolor. Se sutura la parte inferior del recto con el músculo puborrectal para soporte, mientras que se empuja hacia arriba la parte superior del recto y se sutura con el sacro.
Cuidados postoperatorios
Normalmente, la cirugía para reparar un prolapso es efectiva. El pronóstico a largo plazo es excelente.
La mayoría de los pacientes permanecen hospitalizados de 1 a 2 días después de la cirugía. Se espera una recuperación total dentro de un período de 4 semanas.