La epidemia de Ébola, la más feroz de la historia desde que se registró por primera vez este virus en 1976 en Zaire, ya se cobró la vida de 1,848 personas en África Occidental, con 3,707 casos diagnosticados (datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, CDC, al 6 de septiembre).
Se trata de un virus letal, pero también hay personas que logran curarse, entre ellas, los estadounidenses Ben Brantly y Nancy Writebol, tratados en el Hospital de la Universidad Emory en Atlanta.
Para diagnosticar el virus, se realizan distintas pruebas de laboratorio, algunas rápidas y otras que toman una semana. Si el diagnóstico da positivo, el paciente debe permanecer en aislamiento y debe ser tratado con cuidados paliativos, ya que hasta el momento no existe una vacuna preventiva o terapéutica.
Además de la droga Zmapp, una medicina experimental que utilizaron para tratar a los estadounidenses, los cuidados son básicamente "de mantenimiento": se le provee al paciente de fluidos, líquidos, electrolitos, todo lo necesario para que el cuerpo recupere la hidratación —el Ébola causa hemorragias terribles— y pueda luchar contra el virus.
Al final, si el paciente recibió buenos cuidados, es el propio organismo el que libera la batalla final contra el Ébola, hasta destruirlo. La pregunta del millón es... ¿cómo saben los médicos que el virus dejó el cuerpo para siempre y no se quedó, como hace el VIH, escondido en algún recóndito lugar de una célula?
En definitiva: ¿Cómo saben que están curados?
En una entrevista con Scientific American, el doctor Bruce Ribner, director de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del hospital de la Universidad Emory y jefe del equipo que trató a Brantly y Writebol, dio algunas pistas.
El experto explicó que a lo largo de todo el tratamiento intensivo, en aislamiento, que en el caso de los dos misioneros duró un mes, se realizaron pruebas permanentes de sangre para seguir rastreando al virus del Ébola y observar cómo, a medida que los organismos se fortalecían, éste se iba debilitando.
"En general, los pacientes que se curan del Ébola desarrollan una robusta inmunidad contra el virus que los afectó", explicó Ribner en la entrevista. Ribner aclara que es el "virus que los afectó" porque existen cinco cepas, formas, distintas del Ébola y el paciente se vuelve inmune sólo a la cepa que lo atacó. "Todavía no hay estudios suficientes que determinen si se vuelve inmune a todos los tipos del virus".
Como parte del acuerdo de tratamiento entre estos dos pacientes y Emory, ellos acordaron seguir siendo sujetos a exámenes largo tiempo después tras el alta, para ayudar a los médicos a entender más sobre la inmunidad al Ébola.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que el virus del Ébola sigue presente en los fluídos sexuales de la persona, aunque ya se considere curada. Ribner confirma esta teoría. "No se trata del virus completo, sino de material genético del virus presente en el semen y en los fluídos vaginales, que potencialmente puede infectar", explicó.
En base a esta evidencia que necesita de mayores estudios, los médicos dan recomendaciones específicas a los pacientes dados de alta.
Sin embargo, el experto confirma que el seguimiento cercano de pacientes curados y sus familias, durante meses tras la recuperación, ha demostrado que no ocurren nuevas infecciones.
Al parecer, el Ébola no se comporta como, por ejemplo, el VIH, que puede generar "reservorios" dentro del cuerpo en donde se "esconde" por largo tiempo, permaneciendo en estado latente hasta volver a infectar. Hasta ahora todo indica que el Ébola muere, sin reaparecer.
Pero los científicos también reconocen que falta un largo camino por recorrer para entender por completo a este virus errático, misterioso y letal.