Imágenes cerebrales de pacientes infectados con el virus del Nilo Occidental brindaron evidencia física de daño cerebral años después de la infección original, según un nuevo estudio presentado en la 66a. Reunión Anual de la Sociedad Americana de Medicina e Higiene Tropical (ASTMH).
Los expertos en este virus transmitido por mosquitos saben desde hace tiempo que puede causar síntomas neurológicos graves, como problemas de memoria y temblores, cuando invade el cerebro y la médula espinal.
Ahora, esta nueva investigación que realizaron durante 10 años científicos de la Escuela de Medicina de Baylor, en Houston, es la primera en vincular problemas neurológicos asociados con la enfermedad, como temblores y problemas musculares y de memoria , a la evidencia física de daño cerebral a través de imágenes de resonancia magnética.
"Nuestros hallazgos se suman a una creciente cantidad de evidencia de que el virus del Nilo Occidental es una grave amenaza para la salud que merece mucha más atención porque todavía no hay medicamentos disponibles para tratarlo y no hay vacunas para prevenirlo", dijo Kristy Murray, de la Escuela Nacional de Medicina Tropical de Baylor y autora principal del estudio.
¿Qué es el virus del Nilo Occidental?
El virus del Nilo Occidental es una enfermedad transmitida por mosquitos que se identificó en 1937 en Uganda, al este de África. En los Estados Unidos, se descubrió por primera vez en el verano de 1999 en Nueva York. Desde entonces, el virus se ha diseminado a lo largo de todo el país.
Los expertos creen que hasta 3 millones de personas en los EE. UU. han estado expuestas a la enfermedad. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) han documentado más de 2,000 muertes como consecuencia del virus. Pero la investigación previa de Murray y sus colegas sugiere que la tasa de mortalidad puede ser mucho mayor, ya que encontraron evidencia de que muchas personas infectadas con el Nilo Occidental mueren años más tarde.
Problemas de salud a largo plazo
El estudio actual siguió a 262 personas en la región de Houston, Texas, con antecedentes del virus del Nilo Occidental para buscar evidencia de problemas de salud a largo plazo. De ese grupo, 117 fueron reclutados para someterse a pruebas exhaustivas en busca de signos de déficits neurológicos. Esas pruebas revelaron que 57 de ellos (49 por ciento) padecía de algún tipo de anormalidad neurológica.
Los problemas físicos más comunes que presentaron los pacientes fueron debilidad muscular, reflejos anormales y temblores. Varias personas también mostraron signos de deterioro cognitivo, principalmente problemas con la memoria a corto o largo plazo más allá de lo que se esperaría del deterioro cognitivo normal relacionado con la edad.
Resonancia cerebral
Del grupo de 57 personas con anormalidad neurológica, 30 acordaron una evaluación adicional con resonancias magnéticas del cerebro. Esas exploraciones revelaron daño o adelgazamiento en diferentes partes de la corteza cerebral. La corteza cerebral es la superficie externa del cerebro, a menudo denominada materia gris, que maneja gran parte de los niveles más altos de actividad del cerebro, como la memoria, la atención y el lenguaje.
También descubrieron que las personas cuya infección inicial se había vuelto "neuroinvasiva", es decir, que el virus había ingresado a la médula espinal o al cerebro para causar encefalitis u otras dolencias cerebrales, mostraban signos de degeneración en varias partes del cerebro. Estos incluyen el cerebelo, donde el daño puede afectar el movimiento y el equilibrio, y el tallo cerebral, que controla funciones como la respiración, el habla y los ciclos de sueño.
"Es fundamental para nuestros científicos seguir los resultados de los pacientes que han sufrido una infección por el virus del Nilo Occidental para que tengamos una idea completa de los peligros que plantea esta enfermedad. Los riesgos que se están descubriendo resaltan la necesidad de intensificar los esfuerzos de prevención, desde el control de mosquitos hasta el desarrollo de una vacuna protectora", destacó Patricia Walker, profesora en la división de Enfermedades Infecciosas y Salud Internacional de la Facultad de Medicina de la Universidad de Minnesota.