Durante el período del embarazo el cuerpo de la mujer transita por numerosas transformaciones pero, hasta ahora, poco se sabía sobre las modificaciones en el cerebro de la futura mamá.
Un estudio publicado por la revista NatureNeuroscience, basado en investigaciones de científicos españoles, demostró que el embarazo produce cambios a largo plazo —al menos hasta dos años después del parto— en la morfología del cerebro de la madre. Esas modificaciones cerebrales preparan a la mujer para recibir y atender a su hijo.
Mucho más que olvidos
Los términos en inglés "PreganacyBrain" o "MumBrain" se refieren a la pérdida de memoria que sufren algunas embarazadas, pero en este estudio los científicos analizaron imágenes de resonancia magnética en las cuales observaron cómo en las madres primerizas se reduce el volumen de la materia gris en regiones relacionadas con las relaciones sociales.
Esas regiones cerebrales están vinculadas con la habilidad para ponerse en el lugar de los demás, de anticiparse a sus intenciones, es decir de crear vínculos de empatía.
Varios años de investigación
Para llevar a cabo la investigación, los autores han comparado imágenes de resonancia magnética de 25 mujeres embarazadas antes y después del parto, las parejas hombres de 19 de ellas, y un grupo control formado por 20 mujeres que no estaban ni han estado nunca embarazadas y las parejas hombres de 17 de ellas. El seguimiento ha durado 5 años y 4 meses.
La reducción de materia gris se da en todas las mujeres embarazadas estudiadas y es exclusiva de ellas, lo cual indica que probablemente se trata de un cambio debido a los procesos biológicos del embarazo, y no a los cambios relacionados con el nacimiento del bebé que también pueden experimentar los padres.
¿Cambios permanentes?
Cuando los investigadores escanearon los cerebros de las mismas mujeres dos años después, los cambios se mantuvieron en su lugar, lo que sugiere que pueden ser permanentes. No hubo cambios similares en los cerebros de los padres por primera vez o de los hombres y mujeres sin hijos. De hecho, observan los autores, el patrón era tan distintivo que podría utilizarse para decir si una mujer había dado a luz alguna vez.
Las mejores conexiones neuronales
La reducción de la materia gris no significa de modo alguno disminución en las funciones cerebrales, por el contrario es una poda sináptica, una selección de las mejores conexiones neuronales, como sucede durante la adolescencia, “para favorecer un procedimiento mental más maduro y eficiente”, explicó Susanna Carmona, una de las coautoras del estudio.
Esas modificaciones cerebrales preparan a la futura madre para recibir y atender a su hijo. Además, los investigadores encontraron que el cambio en la materia gris predijo significativamente la calidad del apego de madre a hijo. Cuanto más materia gris se pierde, más positivas se sienten las madres acerca de las interacciones con su bebé. Es decir, las modificaciones en el "cerebro de mamá" facilitan la capacidad para reconocer las necesidades del bebé.