Sandra tenía una compañera que la acompañaba a todos lados: a su trabajo, a hacer las compras, al cine, ¡hasta a las salidas con su novio! Pero esta compañía no era de las buenas ya que se trataba de su golosina preferida, con la cual tenía una verdadera dependencia. Sin saberlo, se había convertido en una de las tantas “adictas al azúcar”.
La adicción al azúcar es equiparable a la adicción a las drogas. Un estudio realizado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Princeton explica que el consumo de sustancias dulces dispara efectos químicos en el cerebro y hasta puede llegar a incidir en el comportamiento.
En presencia de azúcar se liberan opioides y dopaminas, que son neurotransmisores relacionados con la recompensa, y es una reacción similar a la que dispara el consumo de cocaína, metanfetamina, morfina o alcohol.
En pruebas de laboratorio con roedores se observó que los animales se volvían dependientes del azúcar. El mismo comportamiento ocurre en los humanos con la comida, sobre todo en casos de obesidad o algunos desórdenes alimentarios.
Una investigación del Centro para Adicciones y Salud Mental de la Universidad de York, en Canadá, sostiene que con quienes tienen dependencia a las drogas y a los comedores compulsivos se utilizan tratamientos similares.
Pero Sandra decidió pedir ayuda en un centro de tratamiento de su ciudad, en Malibú Vista, que se especializa en personas adictas al azúcar. Después de un mes de terapia Sandra pudo dejar a su “amiga” y para aplacar la ansiedad recurre al ejercicio.
No le resulta fácil ya que para ella comer algo dulce era como una droga para un adicto… pero estaba dispuesta a cambiar por su salud, por ella misma y por su familia.
En una entrevista de la NBC con María Shriver, la doctora Pamela Peeke, autora del libro “The Hunger Fix”, explicó que hay estudios que demuestran que las adicciones alimentarias se pueden controlar.
En el caso de Sandra, por ejemplo, el tratamiento consistió en una reeducación nutricional. Aprendió qué alimentos le dan saciedad y le resultan placenteros, para poder eliminar los atracones y los deseos de comer “algo rico”.
Hoy sabe que no necesita recurrir a “su amiga” porque tiene un montón de otras alternativas más saludables que el azúcar. Se siente mucho mejor, logró controlar su ansiedad y puede compartir sus días sin preocupaciones junto a sus seres queridos, tal como ella deseaba.