Durante años, las grasas trans se han considerado como malas para el corazón, lo que ha hecho que desde el verano pasado fueran prohibidas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU. Pero un nuevo estudio sugiere que no todas las grasas trans son iguales, y algunas incluso podrían ser buenas.
Un grupo de investigadores alemanes halló que las grasas trans que están presentes de forma natural en los productos lácteos y cárnicos podrían en realidad ayudar a proteger al corazón, mientras que los niveles bajos de grasas trans artificiales no parecieron plantear un riesgo para la salud.
Los hallazgos aparecen en la edición del 23 de septiembre de la revista European Heart Journal. Al respecto, Clemens von Schacky, director de cardiología preventiva de la Universidad de Múnich. y autor principal del estudio, declaró: "Ahora mostramos que, a niveles bajos, las grasas trans de producción industrial no son peligrosas para la salud, En realidad es un fenómeno bastante común. Algunas cosas son tóxicas a niveles altos, pero podemos vivir con ellas a niveles bajos".
Hace mucho que se considera que las grasas trans son el peor tipo de grasa de la dieta, dado que se ha mostrado que, de forma simultánea, suben el colesterol LDL "malo" y bajan el colesterol HDL "bueno", según la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association).
En junio, la FDA otorgó a los fabricantes de alimentos tres años para eliminar los aceites parcialmente hidrogenados, la principal fuente de grasa trans en la dieta de EE. UU., de las existencias de alimentos del país.
Alice Lichtenstein, directora del Laboratorio de Nutrición Cardiovascular de la Universidad de Tufts y experta de la Asociación Americana del Corazón, señaló que aunque el nuevo estudio es interesante, no muestra que los reguladores de la FDA tomaran la decisión equivocada.
"Sin duda [el estudio] plantea algunas preguntas importantes sobre las que deberemos pensar, pero ahora mismo estos datos no sugieren que en 2015 en EE. UU. debamos cambiar nuestras recomendaciones sobre los ácidos grasos trans", dijo Lichtenstein. "Una cantidad sobrecogedora de evidencias científicas respaldan esa decisión".
Los aceites parcialmente hidrogenados son creados al bombear hidrógeno en el aceite vegetal para hacerlo más sólido, y se usan para mejorar la textura, la durabilidad y el sabor a largo plazo de los alimentos procesados, según la FDA. Pero algunas grasas trans son producidas de forma natural en los intestinos de algunos animales, y se pueden encontrar en la leche y la carne derivadas de esos animales, explica la asociación cardiaca.
En la información de respaldo, los investigadores anotaron que está bien establecido que unos niveles altos de grasas trans artificiales en la comida pueden conducir a un colesterol elevado, a problemas cardiacos, al accidente cerebrovascular y a la diabetes. Incluso se han vinculado con la infertilidad, la enfermedad de Alzheimer y algunos tipos de cáncer.
Pero pocos investigadores han explorado si los niveles bajos de grasas trans pueden ser seguros para los humanos, y si hay o no alguna diferencia entre las grasas trans artificiales y las naturales, explicó von Schacky.
Para su estudio, financiado por el gobierno, los investigadores midieron las concentraciones de grasas trans de las membranas de los glóbulos rojos de los participantes de un estudio a largo plazo que se está llevando a cabo con unos 3,300 pacientes cardiacos en Alemania. Durante un periodo de seguimiento promedio de unos 10 años, el 30 por ciento de los pacientes murieron.
Los investigadores evaluaron las concentraciones totales de grasas trans en la sangre de cada paciente, y también determinaron las concentraciones de grasas trans artificiales frente las naturales. El estudio encontró que las personas con unos niveles más altos de grasas trans naturales tenían un 37 por ciento menos de probabilidades de sufrir una muerte cardiaca súbita, frente a aquellos que tenían unos niveles bajos de grasas trans naturales.
"Nos sorprendió hallar que las grasas trans naturales se asociaban con una tasa más baja de mortalidad por todas las causas, y esto era causado sobre todo por un riesgo más bajo de muerte cardiaca súbita", señaló en una declaración el autor líder, el Dr. Marcus Kleber, investigador postdoctoral del Quinto Departamento de Medicina de la Facultad de Medicina Mannheim de la Universidad de Heidelberg.
Pero el estudio no se diseñó para probar causalidad entre ambas cosas. Al mismo tiempo, los investigadores encontraron que unos niveles más altos de grasas trans artificiales no parecían aumentar el riesgo de fallecimiento de una persona.
Pero hay una salvedad: los alemanes del estudio tenían niveles de grasas trans que eran mucho más bajos que los que por lo general se hallan en los estadounidenses. Los niveles de grasa trans en la sangre de los participantes alemanes del estudio estaban, en promedio, justo por debajo del 1 por ciento. En comparación, un estudio reciente en Estados Unidos encontró que los estadounidenses tienen una concentración promedio del 2.6 por ciento de grasas trans en la sangre, apuntaron los autores de la investigación.
Von Schacky dijo que los niveles bajos de los alemanes permitieron a los investigadores evaluar de forma adecuada la seguridad de unas cantidades bajas de grasas trans en las personas. "Este estudio no se podría haber hecho en EE. UU.", comentó. "Pero, en Alemania, los niveles de grasas trans industriales ya eran bajos hace años. Así que pudimos averiguar qué significaba eso".
Pero Lichtenstein planteó que los niveles bajos de grasa trans en los alemanes quizá hayan sesgado los resultados del estudio, dado que los investigadores no pudieron evaluar los efectos de unas cantidades muy altas de grasas trans. "Tal vez no cuenten con el rango de consumo necesario para evaluar la conexión de forma adecuada", dijo.
Los niveles bajos de grasas trans en los alemanes también podrían apuntar a otras diferencias fundamentales entre alemanes y estadounidenses que afectarían a los resultados, como el peso, el tabaquismo y otros factores de riesgo cardiaco, añadió Lichtenstein.