Este avance podría significar el fin de los dolorosos y molestos pinchazos para medir la glucosa en la sangre: científicos de Universidad de Oregón, en EE.UU. crearon unas lentes de contacto sensibles que pueden realizar esta prueba.
Utilizando la misma tecnología que proporciona a los teléfonos inteligentes su pantalla interactiva, las lentes están provistas de un sensor que tiene la capacidad de transmitir información vital de salud a los teléfonos inteligentes que cuenten con esta aplicación. Esos datos, al ser interpretados en el dispositivo móvil, permitirán saber exactamente los niveles de azúcar en sangre al momento.
Los científicos ya han desarrollado una tecnología similar para medir la función renal, rastrear el consumo de drogas y detectar los cánceres precoces, avances que están en etapa de pruebas.
En este caso, las lentes de contacto inteligentes que miden la glucosa ofrecerán alivio a millones de diabéticos. Son indoloras, fáciles de usar e invisibles, brindando comodidad a los pacientes.
La mayoría de los sistemas de monitoreo de glucosa que existen actualmente, involucran la inserción de elementos punzantes en la piel, que pueden causar irritación e infecciones.
El científico principal del estudio, el Dr. Gregory Herman, profesor de ingeniería química de la Universidad Estatal de Oregón, dijo que estos lentes biosensores cambiarán la historia en la medición de la glucosa en sangre.
El origen de la diabetes
La diabetes se produce cuando los niveles de glucosa (azúcar) de la sangre están muy altos. La glucosa proviene de los alimentos que se consumen. La insulina es una hormona que ayuda a que la glucosa ingrese a las células para suministrarles energía.
En la diabetes tipo 1, el cuerpo no produce insulina. En la diabetes tipo 2, la más común, el cuerpo no produce o no usa la insulina de manera adecuada. Sin suficiente insulina, la glucosa permanece en la sangre.
En EE.UU., 29.1 millones de personas o el 9.3 % de la población tiene diabetes. Mientras que 21 millones de personas están diagnosticadas con la condición, hay 8.1 millones que no están diagnosticadas, por lo tanto, no reciben tratamiento, informan los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).