¿Conoces la famosa aplicación de Snapchat? Es una app para compartir fotos que se borran en segundos. Se volvió popular entre los adolescentes por su peculiar herramienta para tomar selfies con filtros, o efectos de edición fotográfica que dan una apariencia fantasiosa.
Así como Snapchat, Instagram y Facebook también pertenecen al grupo de aplicaciones que te permiten editar tu apariencia física. Labios más grandes y carnosos, una piel lisa y tersa: todo es posible con los cientos de filtros disponibles en tu celular.
Miles de usuarios suben sus fotos editadas a diario con la esperanza de recibir halagos en las redes sociales e incrementar su número de seguidores. Pero, ¿esta práctica es saludable? ¿Existe algún riesgo psicológico por cambiar constantemente la apariencia física de una persona? Los expertos aseguran que sí.
Un nuevo estudio publicado por JAMA Network sugiere que las aplicaciones de edición fotográfica afectan la salud psicológica de los usuarios. ¿Cómo?
“Estos filtros y ediciones se han convertido en la norma, alterando la percepción de la belleza de las personas en todo el mundo”, escribieron los autores del estudio.
Los autores explicaron que las aplicaciones de edición fotográfica elevan los estándares de belleza en una persona, creando frustraciones relacionadas con su apariencia natural. Los usuarios que acostumbran a editar sus fotos, disfrutan de la satisfacción de recibir likes en las redes sociales. Sin embargo, todo es una mentira, una belleza inalcanzable que baja la autoestima de los usuarios (en su mayoría adolescentes) y los deja tan insatisfechos de su apariencia natural al punto que ellos empiezan a sufrir de un trastorno dismórfico del cuerpo (TDC).
“El trastorno es más que una inseguridad o una falta de confianza. Aquellos con TDC a menudo hacen lo imposible para esconder sus imperfecciones, tienen conductas repetitivas –como retocar o maquillar la piel constantemente– y pueden visitar dermatólogos o cirujanos plásticos con frecuencia, con la esperanza de cambiar su apariencia”, informó el estudio.
La dismorfia de Snapchat –el nombre que los medios de comunicación le han dado a este trastorno– provoca en los usuarios la necesidad de recurrir a la cirugía plástica para parecerse cada vez más a las fotos editadas en sus teléfonos.
En 2017, el programa de televisión This Morning presentó el caso de Lucy O’Grady, una mujer que se sometió a varias cirugías estéticas para parecerse más a sus fotos editadas.
O’Grady, empezó editando algunas de sus fotos para sentirse mejor consigo misma, pero esta práctica la llevo a sentirse insatisfecha de su rostro natural; por lo que se sometió a costosas cirugías plásticas para incrementar su busto e inyectarse colágeno en su cara, entre otras.
Este trastorno fue descubierto por primera vez en la Encuesta Anual de la Academia Estadounidense de Cirugía Plástica Facial y Reconstructiva (AAFPRS), de 2017. Y los datos actuales de la encuesta más reciente muestran un incremento en la cantidad de pacientes, menores de 30, solicitando cirugía plástica para parecerse a los filtros de Snapchat.
Un 55% de los cirujanos estadounidenses reportaron haber tenido al menos un caso de un paciente con deseos de verse más como un selfie, según el estudio.
El caso más famoso podría ser la famosa Kylie Jenner, hermana de las Kardashians, quien a los 15 años engrosó sus labios por primera vez.
Desde entonces, la famosa ha cambiado la apariencia de casi todo su cuerpo, y a pesar de tener un cuerpo exuberante y moldeado, Jenner sigue compartiendo fotos con filtros en sus redes sociales.
“Esta es una tendencia alarmante porque los selfies filtrados a menudo presentan una apariencia inalcanzable y están borrando la línea de realidad y fantasía para estos pacientes”, explicó el estudio.
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