Julie McDowall es una periodista especializada en temas nucleares que se desempeña como reportera para varios medios estadounidenses. Pero además de su escritura, tiene otra habilidad rara llamada sinestesia.
Recientemente (y a cambio de algunos dólares) Julie tomó la iniciativa de anunciar en Twitter que gracias a la sinestesia puede saborear el nombre de cada persona. Desde entonces, no para de sumar consultas y sus seguidores treparon por las nubes. El “sabor” de cada nombre brindado por ella puede parecer a veces extraño, en cambio otros son como una línea de exquisita poesía.
¿Qué es la sinestesia?
Es una experiencia rara en la que una propiedad de un estímulo evoca una segunda experiencia no asociada con la primera. Por ejemplo, en la sinestesia léxico-gustativa, las palabras evocan gustos, pero hay muchas otras combinaciones de sentidos: se conocen al menos 60 variantes de esta habilidad especial, según un informe de Frontiers in Phsychology.
Es una condición presente en el 2% a 4% de la población y se produce debido a una mayor comunicación entre las regiones sensoriales; es involuntaria, automática y estable a lo largo del tiempo.
Por qué la gente escucha colores y saborea palabras
Al tener este rasgo, teóricamente una persona puede asociar dos sentidos diferentes, pero las variantes más comunes son las que los tonos auditivos y los números acromáticos (incoloros) producen colores vívidos. Si bien una persona con sinestesia siempre mantiene la misma percepción por ejemplo para un número, el mismo número o palabra no necesariamente evoca el mismo color en otro sinestésico.
La sinestesia ha sido de interés para los científicos durante casi 200 años y los análisis de vínculos familiares muestran un fuerte componente genético, pero es precisamente porque la sinestesia parece ocupar esa misteriosa zona límite entre las sensaciones elementales y las abstracciones superiores (por ejemplo, el papel de lija que evoca la sensación de celos) es que el fenómeno nos intriga y proporciona un misterio para investigar estos procesos mentales de alto nivel, señala un informe científico de Plos Biology.
La facultad de realizar asociaciones entre dos palabras (por ejemplo, Juliet y el sol: ambas son radiantes, cálidas y nutritivas) es decir, la metáfora, existe en todos nosotros, pero es más grande y más fuerte en la sinestesia como resultado de la gen de activación cruzada. En este sentido, la sinestesia no es sinónimo de metáfora, sino que el gen que produce la sinestesia hace a ciertas personas más propensas a la metáfora.
¿Son más inteligentes los sinestésicos?
Algunos científicos han asociado a este rasgo con ciertos beneficios conceptuales y perceptivos superiores.
Como ejemplo extremo, un sabio con sinestesia demostró capacidades notables de memoria: Daniel Tammet usó su sinestesia para memorizar el pi de 22,514 dígitos.
Éste y otros casos han llevado a sugerir que estas personas podrían tener memorias mejoradas en relación con la percepción y sus experiencias. Por ejemplo, la memoria para los números de teléfono es asistida por las asociaciones de éstos con los colores, lo cual les facilitaría a los sinestésicos el hecho de recordarlos.